Cadenas

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Estaba caminando sobre las briznas de hierba en una neblina caliente y húmeda. Podía ver sus pies, eran muy pequeños. La hierba era alta y le llegaba a los hombros.

Se dio cuenta de que casi estaba enterrado en la masa de grandes hierbas porque aún era muy joven. Miró hacia arriba para observar el cielo cerúleo que estaba muy alto y lejano. El viento no soplaba y hacía mucho calor.

Una canción se escuchaba a los lejos, una mujer estaba tarareando mientras que las risas de una niña silbaban con el viento. Lo llamarón por su nombre, por su nombre verdadero; había pasado mucho tiempo desde que lo había escuchado.

Ven, te cantaré una canción.

Aquella voz femenina le susurró, era su madre quien lo estaba llamando. Su largo cabello se meció de un lado a otro, corriendo al encuentro de su voz, pero cada vez que se acercaba el calor se hacía más intenso y el olor a quemado llegó a su nariz. Corrió, pero no pudo tomar aquella mano que se extendía gentilmente hacía él.

Las llamas se esparcieron por la hierba, volviéndose negra y quemando sus pies descalzos. No podía alcanzarla. Se había quedado solo.


Mis parpados se abrieron, una luz opaca se clavó en mis ojos.

Que pesado...

Sentí una presión sobre mi pecho. Bajé mi mirada, encontrándome con una bola de cabello marrón recostada sobre mí, Shion dormía mientras que la baba caía de su boca entreabierta. Su cuerpo era cálido y pesado.

Ah, como fue que llegué hasta aquí.

Me cuestioné a mí mismo; no es que me arrepintiera de lo que había pasado, nunca me arrepentiría de mis acciones ni trataría de crear excusas, pero jamás pensé que llegaríamos a esto tan rápido, esto solo haría que mi despedida con Shion fuera más complicada. Entonces, ¿por qué había cedido a mis deseos? ¿Por qué crucé la línea que me había dispuesto a no cruzar?

En mi vida solo había tenido relaciones que fueran fáciles de cortar, y ahora que habíamos llegado a esto, ¿qué era lo que nos esperaba?

Los sentimientos como el interés, la preocupación y el cuidado caían muy fácilmente en el rango de "amor". Nunca me pareció necesitar nada de eso. Podía vivir sin amor; siempre lo había hecho. Era innecesario. Pero Shion no lo sabía. Ahí estaba, mirándome con esos ojos de anhelo, diciendo mi nombre mientras suspiraba; a veces con deseo, otras veces con asombro o enojo. Al principio pensé que la ignorancia de Shion y su obstinada sinceridad era lo que me irritaban. Pero entonces, ¿por qué mis ojos seguían buscándolo? ¿Por qué mis manos necesitaban tocarlo?

Que confesión tan directa, tan descarada, tan tonta. Shion estaba cometiendo, en ese momento, el enorme error de revelar su estupidez, debilidad femenina, su fragilidad; pero me vi incapaz de ridiculizarlo o burlarme de él, al contrario, lo besé y lo toqué, dejé que mi egoísmo gobernara por sobre mi razón. No era porque estuviera abrumado por la sinceridad de Shion, ni porque mi corazón se hubiera conmovido por la confesión sincera; más bien estaba molesto, porque Shion pensó que no me daría cuenta que se estaba despidiendo de mí, que me estaba alejando, pero eso no fue lo que verdaderamente me molesto; lo que logró alterar mis nervios fueron mis propios sentimientos. Si Shion se va, no lo podré soportar, ¿Cómo podría seguir viviendo? mis propios sentimientos de tristeza por ser abandonado por alguien más fueron los que lo hicieron cruzar esa línea. Te retendré, aunque no pueda entregarte mi corazón, te daré mi cuerpo si es que eso te ata a mí.

Te amo.

Shion pronuncio esas palabras, pero en vez de que mi corazón se encogiera, había sentido...miedo. Habían durado un instante, pero en ese tiempo, de los ojos de Shion se había desvanecido toda emoción. Esos no eran los ojos de alguien que estaba desnudando su alma en una confesión de amor.

Shion, quien eres realmente.

Había estado demasiado cegado por la sonrisa despreocupada de Shion, su vulnerabilidad, y su mirada sincera, como para ver algo más, jamás imaginé que cuando alguien me dijera Te amo hubiera sido con unos ojos tan fríos, como si fueran capaces de todo.

En mi ignorancia había pensado que Shion sería el que se convertiría en mi limitante, pero ahora sentía que había sido al revés, yo era el que estaba atando grilletes a las muñecas de Shion; si yo permaneciera con él, entonces Shion no voltearía a mirar nada más, lo que lo haría estancarse, y yo no quería eso, entonces, ¿por qué tampoco quería dejarlo ir? ¿Cómo un niño que había crecido rodeado de amor hasta para regalar a los demás, se podría convertir en un monstruo por solamente una persona?

Shion era la pieza que no necesitaba tener, pensé en nuestro encuentro de hace cuatro años como un milagro, pero sentía que se convertiría en una tragedia.

Acaricié el cabello castaño que me picaba en la barbilla, no era un cabello suave o grueso, era simplemente un cabello normal, pero me gustaba. Miré la cara de Shion dormida, era un rostro que dormía sin preocupaciones, sin nada que perturbara su sueño, al contrario de mí. El sentimiento de preocupación seguía ahí, sin que yo mismo entendiera porque aquel pacifico e incluso infantil rostro me comenzaba a perturbar.

No.6 (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora