Kronos se enorgullecía de ser independiente, una ciudad que estaba en la cima, integrando su propio gobierno con los mejores doctores graduados de No.6, una ciudad que no necesitaba de nada más que la lealtad y superioridad de su gente para mantenerse en pie. Pero ahora, aquella ciudad parecía estar pasando por algo grande, las personas del exterior no sabían nada ni tampoco querían saber, se sentían como la basura que Kronos apartaba; perdedores que por su inteligencia mediocre no pudieron ser parte de su élite, y tenían que conformarse con las migajas que la ciudad les aventaba.
"No hables de esa forma, ―había protestado Safu. ―No "clasificas" a la gente como "clasificas" a la basura y la mercancía. Las personas son personas, son humanos"
Recordé las palabras de Safu. Yo también había pensado lo mismo, pero al vivir fuera del mundo idealista que No.6 te prometía me había dado cuenta que la desigualdad existía, que las personas podían revelarse, que una vida pacifica, sin complicaciones y obediencia absoluta no era vida. El conocer a Nezumi me hizo darme cuenta de eso, él me sacó de la burbuja en la que vivía y me hizo ver más allá de lo que conocía, me hizo sentir vivo.
Safu siempre había sido una chica diferente a las demás, aunque fuera de No.6, no se creía superior a nadie y era descaradamente honesta, pero era buena.
La presión que No.6 ponía sobre los estudiantes, terminaría siendo su ruina. Eso era lo que yo había pensado, por eso nunca había creído que No.6 fuera perfecta. Pero entonces, ¿por qué las personas que no éramos parte de ella teníamos que resignarnos a vivir una vida modesta y sin tantos privilegios? Aunque un estudiante se esforzara y fuera el mejor, si no había salido de No.6, significaba que no era tan bueno y tenia que conformarse con recibir un sueldo mediocre, el mismo sueldo que recibiría un conserje trabajando para No.6.
¿Por qué nuestro valor era menos? Si tan solo no existiera esa división, si tan solo no existiera ese muro que separaba a los de adentro y a los de afuera...
—Llegamos —anunció Nezumi.
Inukashi saltó de la moto y se alejó de nosotros, su nariz arrugada daba a entender que aún seguía molesto. Dejé de abrazar la cintura de Nezumi y yo también me bajé, ya me había acostumbrado así que mis pies ya no tropezaban intentando tocar el suelo.
Llegamos a la bodega donde habíamos estado ayer con el señor Rikiya que parecía todo menos un conserje.
Cuando entramos vimos al hombre de mediana edad sentado en un escritorio mientras sostenía una botella de whisky con una mano y con la otra una revista para adultos. Cubrí los ojos de Inukashi.
—No puedo creer que ese anciano de verdad sea un periodista, a mí solo me parece un alcohólico que vende porno —Inukashi mostró la lengua.
Me pareció gracioso que supiera el significado del porno, pero siguiera creyendo que los bebes nacían por besarse.
—Es un alcohólico que vende porno, pero lastimosamente tiene un buen olfato, aunque si sigue bebiendo como bebe, terminará por pudrirse.
—Buenos días, señor Rikiya —dije llamando su atención.
Rikiya frunció el ceño en cuanto nos miró entrar.
—Eve, este no es tu patio de juegos para que traigas a tus amigos, todavía no me olvido de aquel chico loco de cabello blanco que casi me mata ayer por tu culpa. Si no vienen a comprar revistas, lárguense.
—Deja de ser un llorón, anciano. Vengo por la información que te pedí —Nezumi se recargó en la pared mientras cruzaba los brazos.
—Primero paga.
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No.6 (AU)
RomanceTragué saliva, el agua de la lluvia se estaba filtrando por mis labios. El cabello negro y largo de aquel chico caía en mi cara; a decir verdad, no sabía si se trataba de un hombre o una mujer, su cara estaba oculta por su largo flequillo negro. Sus...