Inukashi

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Los perros eran profundamente leales, eran cálidos y gentiles; tenían una compasión evidente. Nunca traicionaban a sus amigos o familia.

Son mucho más decentes y fiables que las criaturas humanas.

Cosas como la muerte o la perdida eran algo con lo que estaba familiarizado; después de todo, yo mismo fui abandonado cuando era pequeño, muy pequeño que apenas podía recordar la nieve de aquel invierno. Mi abuelo había tenido la mala suerte de encontrarme, yo había sido abandonado frente a su hotel y supongo que no tuvo de otra más que recogerme al ser un estorbo frente a su puerta; un bebé en la entrada no era algo bueno para su negocio.

En el bloque oeste los casos de abandono eran muy comunes, en aquel lugar de por si era difícil conseguir comida para uno mismo; un bebé significaba otra boca que alimentar, una carga muy pesada para las personas que sobrevivíamos al día. Aunque él me había recogido, la que me mantuvo con vida fue mi Ma, que me dio de tomar su leche evitando que muriera de hambre y me aceptó como parte de su camada. El abuelo al menos me alimentaba bien y hasta me hizo ir a la escuela, aunque yo nunca había sido bueno para eso. Prefería ganar dinero con mis propios esfuerzos y con la ayuda de mis perros, vivir a mi manera y disfrutar el estar vivo, comiendo carne hasta chupar los huesos cada que conseguía una buena ganancia.

Las utopías y ciudades sagradas simplemente no existían en este mundo. No. 6 era un lugar fundado por humanos. Mientras los humanos estuvieran involucrados, algo tenía que desmoronarse. Tu ideal no es el mío, y la felicidad para mí puede ser algo que tú no puedas soportar. Ese es el mundo humano para ustedes. Los humanos no pueden crear una utopía, lo máximo que pueden hacer es discutir, discrepar, inclinarse un poco por la otra persona y luego se deciden por algo intermedio. Eso es todo.

¿No. 6? Ese lugar era tan sospechoso que me ponía el pelo de punta. Lo inteligente era permanecer lo más lejos posible. Siempre me había olido mal, como si mi instinto presintiera que algún día algo pasaría, y después de entrar a esos muros, supe que no estaba equivocado. Quería verlo con mis propios ojos, reírme de su propia estupidez y ver el derrumbe de su especie por su propia causa; quería ver como aquellos que lo tenían todo se quedaban sin nada, aquellos que nos veían como basura ahora se comportaban peor que animales sarnosos. Pero yo mismo me había cegado por la excitación, dejándome llevar por mi ignorancia. Había subestimado el caos y había dado el paso por simple satisfacción sin pensar en que algo pudiera salir mal; ahora había pagado el precio de mi error cada que recordaba el cuerpo inerte de mi primo en mis brazos.

Aunque dije que estaba familiarizado con la muerte, eso no quiere decir que la acepte. Morir significaba el final de todo, y una muerte dolorosa era a lo que más le tenía miedo en el mundo. Mi primo había muerto para salvarme, así que debía de vivir para honrar su recuerdo. Confiaría en Shion y en Nezumi para la resolución de todo lo que estuviera pasando allí adentro.

Al menos se fue sin sentir dolor... Aunque no quiera aceptarlo, fue gracias a Nezumi. Y Shion, sostuvo a mi primo junto a mí, sentí su calidez y su consuelo.

Noche y día; luz y oscuridad; tierra y viento; uno que le da la acogida a todo y uno que intenta apartar todo. Son tan diferentes y aun así son muy parecidos. Ambos están profundamente involucrados con No. 6, vivieron sus vidas junto con No. 6.

—¡Inukashi, de donde demonios salió este bebé! Solo me fui un segundo y esa bola apareció.

—Es el bebé de Shion.

—¿Cómo dices eso? Es imposible, ¿o Shion tenía una novia dentro de No.6?

—Anciano, este bebé es de esa rata y de Shion, míralo, tiene el mismo cabello castaño que su papá, ¿o Shion es la ma?

No.6 (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora