Sehun Emperador del reino de Hiperbórea, centinela de viento, debe tener un heredero. Un hermoso doncel es presentado ante él, para convertirse en el consorte imperial y llevar su hijo en su vientre.
Una historia que inicia con un matrimonio arreg...
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Las fiebres de JongIn empiezan a aumentar. Su malestar es tanto que no ha podido dejar la cama por días. Su mente está confusa, sufre delirios y no sabe que es real, y que es solo un sueño, pero de algo está seguro, Sehun no lo ha visitado en éstos días, lo ha visto tan etéreo y hermoso, tomando su mano, mientras dan un paseo por un hermoso campo lleno de flores, en sueños, solo eso.
— Baek...— logra decir con su voz apenas audible.
— ¿Si, JongIn?— se acerca rápidamente y toma su mano, lo mira muy preocupado.
— Nece...necesito verlo...— habla con dificultad.
Baekhyun toca su frente y comprueba que está ardiendo otra vez.
— ¿A su majestad?— cuestiona para asegurarse de que habla de él.
JongIn solo asiente. Su boca tiembla y su garganta raspa, no puede pronunciar una palabra más.
Baekhyun deja su lado para salir de la habitación. Encuentra a Tao y Kyungsoo afuera, también muestran preocupación en sus rostros.
— JongIn pide ver al emperador...— olvida las formalidades por la urgencia del mensaje — Tao ve por Yixing por favor...
Tao asiente y acelera su paso. Kyungsoo es quien debe buscar a Sehun.
......
Sehun pasea con Ten por el hermoso jardín. A pesar de el invierno, hay flores que aún predominan, son pocas pero le dan vida al jardín.
Ten habla animadamente de todo lo que ha viajado debido a su profesión como bailarín sagrado. Sehun lo escucha tan atento, es agradable pasar tiempo con él.
— En unos días me iré a Pavana...— dice Ten inesperadamente — hay un ritual que debo liderar...
— ¿Por cuanto tiempo?-— lo detiene Sehun de su caminata.
— Dos semanas... tal vez un poco más...
— ¿Y si te pido que no vayas?— Sehun toma la mano del doncel y lo mira con suplica.
Apenas lo encontró, al ángel de sus sueños, a quien vió bailar una noche y quedó hipnotizado. No puede dejarlo ir tan fácilmente.
— Yo... no puedo... la sacerdotisa...
— Hablaré con ella... hoy iré a verla...— dice apresuradamente.
— Su majestad — lo mira con suplica— mi señora no aceptará... yo pertenezco al templo... no a usted, mi señor.
¿Pertenecer? Sehun no podía dejarlo ir así, si tiene alguna manera de retenerlo.
Y la tiene.
— Hay una manera... conviértete en mi concubino, podrías vivir aquí en el palacio...
