Era un inicio de semana, el día más odiado por Leonella.
Se colocó un suéter holgado, color blanco y unos jeans negros ajustados y sus zapatillas converse.
(...)
Antonella tenía la vista fija en su cuaderno, no entendía nada, absolutamente de los problemas de matemáticas, era su materia más odiada, así como Leonella odiaba los Lunes, Antonella las matemáticas.
La clase acabó después de unos minutos y visualizó a la chica del cabello turquesa, dirigirse a la biblioteca del instituto, se le veía apurada, pero caminaba sin ninguna preocupación.
Al llegar a la biblioteca, Leonella cerró las puertas detrás de si y caminó hacia la estantería donde yacían los libros de ciencia ficción, tomó el primero que encontró, monótono.
Se sentó en el sofá que estaba junto a la estantería y se dispuso a leer el libro que había tomado, no se dio cuenta, una chica con cabello rubio y lacio, ojos color miel y con un pequeño cuaderno de apuntes con una bolígrafo, rosa, uh.
"Hola, ¿ese cuaderno tiene algún fin?", preguntó Leonella, dirigiéndose a la rubia que estaba a su lado, "Oh, sí, sí, me han contado que eres buena en las matemáticas, yo, quería saber si me podrías ayudar un poco con eso, en realidad que no entiendo nada".
Leonella asintió un tanto confundida, digamos que es así, ella se sienta en su sofá preferido y lee, se va a las cinco, y no, nunca entablaba conversaciones antes de irse. "Sí, es un tanto díficil", Antonella asintió también y sonrió cálidamente, "podrías abrir el cuaderno, y decirme qué no entiendes".
Así pasaron las horas, hasta que se hicieron las cinco y Leonella se marchó, Antonella le agradeció y ella encogió sus hombros, antes de salir le preguntó sobre sus mangas, ella posó su dedo índice en el labio inferior de la más baja y pronunció un simple "sh", dejando la curiosidad ahí, dentro de la rubia.
Sacó un cigarrillo y lo colocó entre sus labios al salir del instituto, lo encendió y le dio varias caladas, para después pisotear la colilla de éste al terminarlo.
En verdad, quién sería aquella, la veía en clase, todos los chicos babeano por ella, literalmente, y en otros casos no, para acercarse a ella y pedirle ayuda en un trabajo de matemáticas.
No oía más que sollozos en la habitación de al lado, donde su hermana se encontraba, no le importaba realmente lo que le sucediera, hasta que escuchó el sonido de un gatillo al ser apretado, y años de amor caer por las escaleras.
Corrió con rápidez a la habitación de Georgie y abrió la puerta, encontrándose, a su hermana mayor, derramando sangre, y con una pistola en la mano.
"Georgie...", fue el único susurro que pudo pronunciar, antes de echarse en llanto al lado del difunto cuerpo de su hermana.
Llamó a la ambulancia y se llevaron el cuerpo de Georgie, ya no era nada ahí, un vacío terrible y sangre derramada, manchando el camisón de Leonella.
No sabía el porqué.
Ni lo sabría.
Georgie había muerto, y su poca alma con ella, ahora se podría decir que sí, Leonella, era una desalmada, y el porqué de esto, su alma murió junto con su hermana, simple y sencillo.
Mañana con seguridad, para ella el sol no saldría.