"Algunas chicas tienen brillo en las venas, nena", Jude rió.
Es irónico que, antes ella se decía estar bajo los suelos, sin ninguna atencion se parte de nadie, y ahora, así sin más, llegó al instituto con sus estúpidos vestidos de coctel que causaban arcadas.
Bueno, le gustan las chicas, sí, pero ésta en especial le hacia aborrecer a los pensamientos super-extra-heteros que sus padres le inculcaban a la chica, pero si sus padres fueran muy cultos, ¿se vestiría así?
Cómo sea, el punto es que Curtis seguía insistiendo en que dejara Antonella correr su propio riesgo, ¿qué más da? así su "mejor amigo" le dejaría en paz de una buena vez.
La fuerte lluvia de ayer sólo dejó charcos insignificantes, pero las chicas se encargaban de volverlo divertido para sus amiguitas, así que empujaron a Leonella, rió.
Que estúpidas, ¿creían que el charco le detendría? ja, quizá a una hoja, y con toda la simpleza del mundo se levantó y no, no se vengó, simplemente les sonrió y no pasó desapercibido por los demás, que rieron estruendosamente, burlándose de que Jude no había recibido su vengaza, y era estúpido e idiota que pensara de esa forma, atacar, y que le devolviesen el ataque, para hacerse la víctima y así quedarse con el semblante sonriente, pero, oh, no, Leonella no le daría ese placer, por lo que optó por no tomarle la más mínima atención, y listo, le jodería la existencia.
Las chicas eran así, y eso le facilitaba el poder aprovecharse de ello, porque, ella te molesta y quiere que tú la molestes, como antes mencionábamos.(...)
Antonella caminaba despreocupada, hoy era su día, es decir, se levantó "con el pie derecho", como dijo su madre por la mañana.
Su novia y ella acordaron de verse en su casillero, que quedaba cerca de el de la pelirroja, por lo que le favorecía en parte.
Sonrió, su novia se hallaba suspirando, mientras su cabeza estaba recostada en el casillero.
"¡Princesa!", Leonella se sonrojó, y tapó su rostro, mientras la más baja la abrazaba por la cintura, "Hey, Anto".
Le gustaba que le llamase Anto, ella sabía que le daba cierta vergüenza al mencionar algún apodo lindo en público.
Y, no iban en el mismo curso, pero compartían la última clase, de la que salían tomadas de la mano y con una sonrisa notable en el rostro.
Pero hoy, fue diferente.
Salieron de la clase de música, tomadas de la mano, y Jude las vió, y a su lado venía Stanley.
"¡Hola, chicas!", jude tenía una sonrisa, ¿qué mierda?, "Stan y yo hemos venido para hacer las pases, es decir, no les he hecho nada, pero ella...—apuntó a Stanley— sí." Stan hoy se veía diferente, cabizbaja y mejillas sonrojadas, "me lo ha contado todo, y no fue nada bueno el haber tomado tu diario, y quiere disculparse".
Stanley estiró su mano, tendiéndola hacia Leonella, ella dudó un poco, pero Jude le hizo una pequeña seña, y Leonella la estrechó, "¿qué se traen entre manos?" Jude hizo una mueca de confusión, y después negó, chasqueando la lengua.
"No, no traemos nada en manos, es decir, Stan en realidad quiere tregua", y listo, creyó aquellas palabras y sonrió, no les creía, pero debía para que le dejasen en paz.
Sus estúpidas caderas se movieron y su vestido de cóctel se movió al compás, tomó la mano de la rubia y caminó con enojo.
"No les creí una palabra, es decir, ¿ella quiere hacer las pases?", rió irónicamente, "nunca me pediría las pases si no se trajera algo en manos, porque, es mi enemiga y no, es imposible".
"Leonella, lo sé, pero sigue el juego, y ya veremos, no le funcionará", la aludida asintió, pero no estaba segura del todo.
(...)
Llegó a la obscuridad de su casa, y la rutina hoy no comenzó, hoy sólo sonrió.