❝MØ y las desvestanjas de ser pelirrojo❞

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Era un día cualquiera y decidió comenzar a soñar despierta en medio desierto que era su habitación, se encontraba en medio de ésta hasta que apreció dentro de lo que parecía un reloj, pero en este no pasaba el tiempo y no había nadie más, solo duró varios segundos, ya que apareció su novia y Curtis.
Curtis estaba en el segundero y Antonella en la manecilla que marcaba la hora y por lógica, la pelirroja yacía en la manecilla que marcaba los minutos.
12:05:03 y contando.
Y nunca de detuvo, no hasta que uno de las dos creaciones de su mente habló, "Te tomas horas en mi", después habló el pelirrojo "Y en mi-suspiró-segundos", y no tenía idea de qué hablaban, si se referían a que pasaba más tiempo con uno que con el otro, en realidad no lo sabía. Las onomatopeyas, tic, tac, tic, y ella no sabía que hacer, de fondo estaba Don't wanna dance de MØ y ¿la razón? tampoco sabía.
Maldijo por sus adentros cuando las manecillas se detuvieron y las figuras que aparentaban ser cuerpos le sonrieron, ella no se inmutó, y sin más preámbulos les sonrió también, por seguirles un poco la jugada
pero éstos dos rieron, y no sabía el porqué. Susurraron "estúpida" al unísono y las dos manecillas, el segundero y la que marca la hora se unieron, dejando a ambas creaciones tan cerca, que por tan cerca que estaban pudieran haberse besado con solo girar un poco, y así lo hicieron.
Lloraba con fuerza, pidiéndole a su mente que paraba, era demasiado ya, ellos se separaban por lapsos y reían con satisfacción al escuchar los sollozos de la pelirroja, y es que, todo se veía tan real, no lo podía explicar si quiera. Después cayó en uenta de que era la misma hora, el mismo día en que su madre le había abandonado y las sombras se burlaban de ello, ¿qué faltaba?
El tiempo se detuvo y con ello los besos de ambas sombras a las que les satisfacía el sufrimiento de la pelirroja.

Despertó de aquel largo sueño, tocó sus mejillas y notó que éstas tenían lágrimas húmedas aún, el horror, los sollozos volvieron y la frialdad. Las voces en su cabeza le mandaban, diciéndole que Antonella y Curtis le engañaban, que ellas sabían lo que decían y tenían la razón, y ella en esos momentos no fue nada fuerte, y en su lugar fue débil, y dejó que las pequeñas voces le mandaran.
Hey, Leonella, el color rojo no te queda bien, dicen que los pelirrojos son fenómenos.
Leonella asintió, como si de magia se tratara.
Calipso tiene razón, te ves horrible, ¿porqué no hundes tus dedos en la garganta? ya estás algo gorda, preciosa.
Ya no lloraba, porque ellas tenían razón, y no discutiría con ellas, se levantó, pero algo la detuvo.
Curtis.
"¿Qué? ¿A dónde crees que vas?", pronunció con una sonrisa maliciosa, deteniéndola de ir a su destino "No creo que te importe, Curtis", éste asintió "Calipso te lo ha dicho, ¿o no?" "No debería importarte tampoco si Calipso volvió" Soltó sus muñecas y la abrazó, pero la pelirroja no le correspondió.
¿Cómo es posible? Es un cínico, Leonella. Ha besado a tu novia.
Le correspondió y sonrió, porque sabía que era débil y Calipso le controlaba, pero Curtis también le controlaba, es decir, después habrá que explicarlo.
Se sintió morir, como si volviera a soñar despierta. Una cinta fotográfica-pensó-.
Beso de la muerte.
Una cuchilla.
De cunclillas.
Pero ésta vez pasó rápido, y no reconoció de lo que le hablaba aquel sueño, "Curtis, me has asustado", guiñó un ojo, sabía que el estaba fuera del carril, era sólo un alma en busca de cariño de nuevo, pero un alma que no sabía realmente que estaba descarriada.
Si rompías las reglas para hacer un soneto, es decir, catorce versos, o si estás en medio de un cuarteto, ¿te es confuso?
Imagínate la mente de Curtis, corazones al cuadrado y la raíz cuadrada de algún corazón roto, el radio de su muñeca, la incisión vertical, latidos sin ningún orden.
Rompes las reglas, y eso te es fantástico, pero a la vez te da miedo el sermón de tus padres, el hundir los dedos en tu garganta, como Leonella, no te preocupaba, porque, a nadie le importaba en realidad.
Y por eso es que ella estaba cegada, porque nadie le decía si lo que hacía estaba mal o bie, aunqure ella lo sabía, no era bonita, ni lo sería, por eso aquellas diez veces que se cortó, le dolía que le dijeran lo que no quería aceptar.
Si los pelirrojos son un "fenómeno"...¿las lebianas pelirrojas qué son? ¿un mounstro?, oh, por favor, algo peor.
Un insulto a la natureleza, el vivir sin ser amado, porque nuestra misión en el mundo es ser amados, y amar a la par.
Era igual para todos, absolutamente.
Pero a Leonella le resultaba difícil, el sufrir de la inseguridad y que su mente sea manejada por Calipso y Rhye, tan poderosas que si te encontrabas feliz, hallaban cualquier palabra o pensamiento que tuvieras y lo manipulaban, junto contigo.
Y los débiles, dejaban a las voces hospedarse, no como un motel, si no como un hogar temporal, hasta que terminaran contigo, haciendo que tu mueras o que sufras por el resto de tus días, y después de eso se van, dejandote miserable, porque eso quieres, de eso se alimentan, y si tu les cedes el derecho de que te manipulen o si ya lo han hecho, se burlan de ello, haciendo que sueñes despierta, y en lugar de ser un lindo sueño es alguna pesadilla o un juego de palabras, con el que te confundías, te enojabas por ser tan inútil, y ese era el reglamento de aquel juego de debilidad, el reecontrarse con alguien descarriado y tú estar en el carril, les causaba gracia, harían cualquier cosa porque él se fuera o tú lo alejaras, y eso le pasaba. Últimamente le pasaba muy seguido, en el preescolar, en la primaria, Calipso y Rhye siempre han sido igual de arrogantes y burlonas, lo hacían porque la pelirroja era muy débil y no podía sacarlas de su mente, le golpeaban peor que algún chico problemático, te golpeaban psicológicamente, por lo que el daño era mayor.
Antinella debía salvarle, y no sabía como, cuande se lo imaginaba Rhye lo manipulaba y Calipso lo procesaba, después reían.
Antonella era su única salvación, y si no la salvaba, no habría otra opción que hospedar a Calipso y Rhye en su mente, y no temporalmente, si no, por siempre.
Vaya, vaya, hasta ahora.

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