Narrador omnicente.
Las ojas revoleaban en las ramas, y las pequeñas ráfagas de viento golpeaban contra su rostro, los nubarrones caminaban a paso de tortuga, casi como un caracol.
Pero tenían un color grisáceo que estremecía, amenazaban con explotar cuál bomba de humo, la guerra comenzaba, literal.
Por entre sus dedos corría el viento, los separó y sonrió por impulso, era un día horrible, climatológicamente, y ella sonreía sin ninguna preocupación, como si una sombrilla de acero le protegiera de las grandes gotas que emanaban de los nubarrones grices, que ya habían tomado posición para disparar una fuerte lluvia, una precipitación, ¡bang! y en un parpadeo las gotas cayeron, en diagonal, por lo que el agua pegaba contra su rostro.
La sombra de los viejos árboles se reflejaba con la luna, y ésta bailaba al compás de las gotas.
Cerró sus ojos cuando una gota cayó en su nariz, se levantó y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y dejó que lloviera sobre su cabeza.
"Las cosas no van nada bien, ¿verdad?-el chico suspiró, musitando aquellas palabras mientras dejaba reposar la palma de su mano en el hombro de Leonella-es decir, mírate, Calipso te ha jodido"
"Curtis-el aludido asintió-sabía que eras tú, quién más", "bueno, cómo sea, Calipso ha vuelto, y ya sabes porqué, quiere que me aleje de Antonella, pero esta vez no ganará"
Y mentía, lo sabía.
"Eso dijiste antes de que muriera Louise, pero Calipso ganó y te orillo a cortarte, ¿no? por eso estuviste en rehabilitación, pero-rió burlezco-al perecer, no les funcionó, y es que, piensas demasiado en los demás, debes pensar en ti también, y sé que te preocupas de que algo le puede pasar a Antonella, pero, ¿no dijiste que la dejarías correr su propio riesgo?"
La lluvia era ahora una precipitación, los árbol se movían de un lado al otro y la luna dejó de bailar, para dejar sólo una triste lluvia y a las cigarras cantando con la misma tristeza de la lluvia.
Curtus desapareció y con ello, la lluvia,la luja, todo.
Dejando una gran desesperación en la pelirroja, que crecía conforme a los pasos que daba, no había vuelta atrás.