Hoy era el día en el que entraba ya a la universidad, no tenía una carrera definida, pero si un deseo que cumplir por mera comodidad, es decir, colisionar en contra de Stanley, la sombra que había contado sus secretos, oh, se llevaría una buena jugada, nadie reta ni menos humilla a Leonella, aunque a veces lo hacían ella no le tomaba importancia y les decía un millon de cosas, amenazándolos de que si decían una sola palabra sobre ello, Curtis, quién ahora era su arma, la ayudaría. Y es que, él había estado más que presente estos días, recibió una respuesta a una de sus cartas, mandada exactamente en 2009, y era de Curtis, eao no podía ser naturalmente cierto, ¿o no? Curtis había muerto y no había pruebas de que viviera, la carta contenía solo sólo signo de más y un cerebro, que ahora razonandolo bien, podría significar que pensase más, el día de la muerte de Curtis le habían encontrado en su cama, aparentemente muerto, sin marcas de agresión u cosas por el estilo, por lo que deducieron que su corazón, debido al cáncer que había cogido unos años atrás. Analizó varias veces lo que pasaba, y lo dedujo, ¡bingo! Curtis no había muerto, lo había fingido y si bien no sabía porqué, quizá tuvo sus razones.
Pero no le era posible creer lo que sucedía, como no le era posible también saber porque aún vivía, no le importaba si le había mentido, por que sí, lo hizo.Antonella había regalado una última sonrisa a su chica de cabello pelirrojo, ahora era de su propiedad.
Al probar sus labios aquella vez en el puente, las mariposas no pararon y se imaginó, que al besarla, el mundo caía y una parte de éste las sotenía, aislándolas de los demás, dejándolas en una pequeña burbuja donde era de primavera, por las mariposas y el maravilloso césped frondoso con un espectacular color verde, y un olor a caramelo y cigarrilos que al juntarse olían fantástico.El arcoiris por encima de las dos y cigarras cantando, la luna y las estrellas y una que otra chispa anunciándoles que llovería pronto.
Y es poco decir que siguieron con aquellos besos, porque no solo lo hicieron, salieron a algunas "citas" que Leonella negaba como tal y se sonrojaba si algún transeúnte les preguntaba si eran pareja, esos días la vio un poco más alegre, más hermosa de lo que la veía y era y su hermoso cabello rojo sedoso, sus ojos azules algo más azules y sus sonrisa ensanchada, que hacía sonreír también a Antonella.
Decidieron llamar a su "pequeña relación" Lantonella, que si se preguntan, sí, Antonella tuvo la idea de tener algún nombre, aún así soara muy cursi, Leonella aceptó.Antonella comprendió hasta cierto punto el sufrimiento de Leonella, ya que repetidas veces se lanzaba a sus brazos y lloraba desconsoladamente, abrazando a Antonella por la cintura y llenando sus pijamas de lágrimas, después la rubia le consolaba un poco y besaba su rostro con ternura, haciendo a Leonella sonreír, simplemente le encantaba verla feliz, por que, siempre le veía triste y sin ánimos de sonreír, necesitaba un empujón, pequeñito, para poder volver a encarrilarse, tal y como lo pensó aquella vez, ellas serían felices y nadie las separaría, ni si quiera Stanley, que por más que intentó esos días que se separaran terminó llendose, rendida, ese par si que se quería y no había remedio, se le habían terminado las ideas, pero una cosas si sabía, era que las separaría, así fuera matando por amor, o hasta haciendo cosas inimaginables, la castaña era así, y sus amigos la ayudarían en su pequeño "plan" que le gustaba llamar: anaranjado.