❝Color de rosa❞

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Dos semanas, dos semanas en las que se había sentido absolutamente igual que en las anteriores, terriblemente mal.
La desalojarían esta tarde y no sabía a dónde se iría, empacó todo por la tarde y tomó sus patines, y a Kyu, colgó la mochila en su espalda y emprendió un camino sin destino definido, se había cansado ya, pero, ¿cómo dejaría a Kyu sola? Era un simple gato sin la culpa de todo lo que sucedía, tal y como Leonella, con la excepción de que ella era un humano que no era tratado como tal.
Llegó a la orilla del puente dejó a Kyu en un costado, en el puente, y se quitó los patines, acarició por última vez a su peluda mascota y cerró los ojos, pero cuando estuvo a punto de caer...
"¿Qué crees que haces?", se le oía con furia, sollozaba y sostenía el cuepo de la pelirroja entre sus brazos, "no porque te sientas mal debes morir, hay una solución para cada problema y si no la hay, nunca fue uno, sé que nada es de color de rosa y que has sufrido, yo también, Leonella, escúchame", la aludida la miró a los ojos, Antonella, le había salvado de morir, sonrió y sintió por un momento que iba a parecer una completa psicópata al hacerlo, llevó una de sus manos a la nuca de la rubia y la acercó a su rostro, en cuanto sus narices chocaron, fue el paraíso, ladeó un poco el rostro y ahí sus labios se encontraron, la suavidad de unos y la calidez de los otros era única, no querían parar nunca, movían sus labios a un ritmo torpe y descordinado pero les gustaba.
Colocó de nuevo sus patines en sus pies, y cogió a Kyu entre sus brazos, Antonella le sonrió y le dijo que todo estaría bien, ahora tenía el cariño que necesitaba, con un poco de duda, pero temía, temía que Antonella también muriera, por horrible que sonara, como Georgie, Louise o incluso Curtis.
No quería eso, en realidad no, pero quién era ella para impedirlo, ya había tomado el riesgo de hablar con ella, de sonreírle y hasta de besarle, las palabras hirientes se reemplazaron con caricicias, el olor a hierro de la sangre por olor a caramelo, pero esto ya le parecía familiar, Antonella era parecida en cierto aspecto a Leonella, era su "yo del pasado", antes de que Curtis muriera.
Y si que lo necesitaba pero, ¿lo quería realmente? Porque una cosa era necesitar y otra querer, una la dependencia y otra la posesividad.
Si la quería sólo para ella, igual estaba en lo correcto, pero le parecía extraño, raro, de algún modo. Igual que vivir, le parecía miserable la vida que llevaba, estúpida, ¿quién quisiera vivir de ese modo? Absolutamente nadie, pero ella lo hacía, y nadie la sacaría de aquel abismo que era su mente, le llevaría años hacerlo si lo intentaba, y eso quería hacer Antonella, devolverle el alma que perdió cuando su hermana murió, devolverle su sonrisa y el brillo en sus ojos, porque nada era igual, y no lo sería, un pequeño empujón, nada más, sólo eso, para volver a su carril, y un mapa, que serían sus ojos, para cambiar de direccion si se necesitaba, aunque no lo creía necesario, ambas encontrarían el camino correcto, juntas, sin barreras y sin dolor y uno que otro maullido de Kyu, nada más.

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