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juli

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juli.casales history

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Julieta decidió ir sola al restaurante, manteniendo la discreción y evitando miradas curiosas. Sin embargo, sabía que Leandro ya la estaría esperando, como lo había prometido. Al llegar, lo vio sentado en una mesa, su expresión cambiando inmediatamente al notar su presencia. El jugador no pudo evitar morderse el labio al verla acercarse, como si quisiera agradecer al universo por la vista. Julieta llevaba un vestido blanco de seda que se ceñía perfectamente a su figura, destacando su cintura y acentuando su busto gracias a las finas tiras que lo sostenían.

Leandro se puso de pie de inmediato, adoptando una postura casi reverencial:

—Y la diosa del Olimpo acaba de llegar —exclamó con una sonrisa cómplice, rodeando la mesa para mover la silla y acercarla a ella—. Sentate, hermosa.

—Qué caballero —dijo Julieta con una sonrisa, mientras se acomodaba en la silla—. Gracias.

Una vez que ella estuvo sentada, Leandro volvió a su lugar y, con un gesto rápido, bloqueó su celular, dejándolo a un lado como si quisiera asegurarse de que nada interrumpiera el momento.

—Así que cena para una sola —comentó el jugador, retomando la conversación con una sonrisa juguetona.

—Yyy bueno, la mentira tenía que ser buena. Aparte, la foto esa estaba re linda —dijo ella, haciendo referencia a la imagen que había subido antes. Paredes se rió, entendiendo a qué se refería, y tomó la carta para echar un vistazo al menú.

—¿Qué pedimos? —preguntó, escaneando rápidamente las opciones.

—No sé vos, pero yo tengo ganas de una buena hamburguesa —respondió Leandro, lanzando la idea al aire.

Los ojos de Julieta se iluminaron ante la propuesta.

—Uyyy sí, me gusta la idea. Pedimos dos hamburguesas —acordó ella sin dudar.

El jugador asintió, complacido con la elección.

—¿Y de tomar? —consultó él, mientras Julieta examinaba la sección de bebidas.

—¿Tenés ganas de algo con o sin alcohol? —preguntó mientras su dedo recorría la lista, esperando su respuesta.

Leandro meditó un instante, antes de responder con una sonrisa despreocupada.

—Cincuenta y cincuenta.

—Bueno, entonces pedimos primero algo tranqui y después algo con alcohol —concluyó Julieta, pensando en lo relajada y a la vez especial que se sentía la velada.

redhead - leandro paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora