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POV Leandro.

El jugador se miraba atentamente en el espejo, revisando que su atuendo estuviera impecable. Llevaba una camisa de seda rosa, con algunos botones desabrochados, dejando entrever un toque informal pero cuidado, complementado con unos jeans negros holgados que le daban un aire relajado pero atractivo. Tras asegurarse de que su look estaba listo, tomó el frasco de su perfume favorito, el mismo que sabía que enloquecía a Julieta, y se aplicó unas gotas estratégicas. Satisfecho, terminó de acomodarse el cabello con un poco de gel, buscando el equilibrio perfecto entre el descuido calculado y la elegancia que ella tanto admiraba.

La emoción lo recorría por dentro; había estado esperando esta noche desde que pasaron el día en la playa juntos. Aunque durante las horas bajo el sol todo había sido distendido y divertido, ahora era diferente: esta cena significaba mucho para él. Cada segundo desde aquel momento lo había sentido lento, como si el tiempo se resistiera a avanzar, pero ahora la noche había llegado, y la expectativa por ver a la pelirroja lo llenaba de ansiedad.

Antes de salir, tomó del mueble una elegante caja de chocolates que había comprado especialmente para ella. Sabía que era un detalle sencillo, pero con significado, y quería sorprenderla apenas llegara a la mesa. Con la caja en la mano, se dispuso a encarar la puerta, listo para partir.

Sin embargo, justo cuando estaba por girar el picaporte, el sonido del teléfono lo detuvo en seco. Su celular empezó a sonar con una llamada entrante, interrumpiendo sus planes de salida. Con una mezcla de frustración y curiosidad, miró la pantalla para ver quién lo llamaba.

Leandro miró con preocupación la pantalla de su teléfono, donde el nombre de su representante, Jorge, brillaba con insistencia. Algo no iba bien, y la sensación de ansiedad que lo había acompañado durante todo el día comenzó a crecer. Contestó de inmediato, esperando lo peor.

—Jorge, ¿qué pasó?

La voz al otro lado de la línea no tardó en confirmar sus temores.

—Leandro, hay un temita circulando —la pausa de Jorge fue más larga de lo habitual, llenando el silencio con una tensión palpable—. Te pedí que no te metas en quilombos mientras estabas de vacaciones. Ahora están llenando las redes sociales con una foto tuya abrazando a una mina.

El corazón del jugador dio un vuelco. "¿Una foto? ¿De quién?" pensó, mientras su mente intentaba procesar lo que estaba escuchando. Se dejó caer en la cama, con la caja de chocolates aún en la mano.

—¿Eh? Imposible. Con la única mujer con la que me estoy viendo, estoy consciente de que no hay foto alguna de nosotros —murmuró, sintiendo cómo el estrés iba apoderándose de su cuerpo—. ¿Qué carajo está pasando?

—Te están queriendo ensuciar. Si es verdad lo que decís, entonces... ¿la foto con Jimena Dourado en la playa es mentira, no?

La mención de ese nombre hizo que Leandro sintiera un nudo en el estómago. Sabía a lo que Jorge se refería. Esa situación ya no era parte de su presente, pero el pasado parecía haber vuelto a golpear justo cuando su vida empezaba a alinearse.

—No, no es mentira. Me vi un par de veces con ella, y sí, en algún momento nos sacaron fotos. Algunos de sus amigos seguramente. Pero eso fue hace meses, ya ni siquiera nos estamos viendo. Están flasheando cosas.

El silencio de Jorge era una clara señal de que la situación era más grave de lo que Leandro quería aceptar. Mientras su representante digería la información, el jugador aprovechó para abrir sus redes sociales y comprobar con sus propios ojos lo que estaba sucediendo. Y ahí estaba: una foto suya con Jimena en la playa, en un abrazo aparentemente íntimo, recorriendo las redes y acumulando comentarios a una velocidad alarmante. Sintió cómo la presión en su pecho aumentaba, como si un peso invisible se le echara encima.

redhead - leandro paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora