La fiesta había llegado a su fin hacía un buen rato y, aunque cada uno había regresado a su habitación, Julieta no podía conciliar el sueño. Se encontraba acostada en la cama, con los auriculares puestos a todo volumen, mientras su mirada se perdía en el techo de la habitación. Murmuraba la letra de la canción que sonaba, una de The Weeknd, y no estaba segura si el calor que sentía era efecto de la música o si quedaba con ganas de más tras su momento con Leandro. De pronto, esa sensación se volvió abrumadora.
Decidida, se levantó de la cama. Con un movimiento rápido, tomó su celular y la tarjeta de la habitación, sin quitarse los auriculares. Salió de la habitación apresuradamente, dirigiéndose al ascensor. Cuando las puertas se abrieron, se metió sin dudarlo. Tocó el botón del cuarto piso y, mientras las puertas se cerraban, comenzó a morderse el labio, un gesto nervioso que delataba la mezcla de excitación y anticipación que sentía.
Mientras el ascensor subía, su mente divagaba. Imágenes de Leandro aparecían en su mente, su sonrisa, su mirada intensa, el calor de sus labios. La adrenalina corría por sus venas, y aunque sabía que lo que iba a hacer era un tanto arriesgado, la curiosidad y el deseo la impulsaban hacia adelante.
Prefería actuar en un estado de pura adrenalina, sin pensar demasiado en las cosas; así era más feliz. Con esa determinación, llegó a la puerta de Leandro y, al abrirse, él la recibió con una sonrisa.
—Epa, viniste al final —comentó el jugador, su mirada recorriendo a Julieta, que lo encontró en cuero y con solo unos shorts deportivos. Era un espectáculo difícil de ignorar—. Banca que te traigo un balde, para la baba.
—Mboe, no empieces porque sino me tomo el palo —respondió ella, intentando mantener una actitud despreocupada, aunque sus mejillas se encendieron.
—Dale, colo, pasa —invitó él, gesticulando para que entrara.
Julieta se sacó los auriculares y, haciendo caso a su invitación, cruzó el umbral. Sin embargo, se quedó parada en medio del pasillo, como si le costara avanzar.
—¿Qué onda? ¿Modo planta? —Leandro le dio un codazo de broma, provocando una risa nerviosa de su parte—. Sentate, tonta, dale.
Tomó asiento frente a él en la cama, observándolo con atención. Era curioso cómo, de repente, se sentía completamente diferente. Nunca había actuado así de nerviosa a su alrededor, y eso la descolocaba. Las palabras se le amontonaban en la garganta y el aire se volvía más denso entre ellos. La atracción y la tensión que habían acumulado en los últimos días parecían querer estallar en aquel instante.
—No sé qué hago acá. Estaba escuchando música y me sentí re entonada —admitió Julieta, mordiéndose el labio con nerviosismo—. Me dijiste varias cosas hoy que me quedaron pendientes y quiero que me las respondas. ¿Te gusto posta o es chamuyo?
Leandro la miró, tomando un momento para encontrar las palabras adecuadas.
—Lo que pasa es que, como empezamos con el pie izquierdo, medio que me quedé en el molde. Nunca te lo dije de frente. Si yo soy un romántico de primeras.
Julieta lo escuchó atentamente, sintiendo una mezcla de curiosidad y emoción.
—Igual, si te soy sincera, nunca me caíste mal, solo me ponías de mal humor. Me encanta llevarte la contraria en todo —confesó, esbozando una sonrisa.
—Sos una pendeja de mierda —respondió él, con una risa entrecortada.
Leandro se cruzó de brazos, marcando más los músculos en estos, y frunció el ceño, una expresión que le resultaba increíblemente atractiva. Juli amaba cuando hacía eso, ya que lo volvía aún más atractivo de lo que ya era. La tensión en el aire se volvía palpable, y el juego de palabras entre ellos solo avivaba la llama de una conexión que no podía negarse.
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redhead - leandro paredes
Fiksi PenggemarJulieta probablemente no se había odiado con alguien tanto como lo hacía con Leandro. O bueno...eso le hacían creer a todos. +18 modismos argentinos prohibida la copia total, parcial o adaptaciones de esta historia