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Las horas habían pasado entre canciones de reggaetón viejo, tragos y carcajadas. La zona VIP del club era el escenario perfecto para la diversión desenfrenada de Julieta y sus amigas. Ya bastante pasadas por el alcohol y la euforia del momento, las chicas se abrazaban mientras bailaban, diciendo lo mucho que se querían en medio de risas.

—Bueno... ahora que estamos solo nosotras, podemos dejar de fingir demencia —dijo Linda, mirando directamente a la pelirroja con una ceja levantada, generando una tensión juguetona en el aire—. Juli, ¿te estás chamuyando a Lisandro?

Julieta, con su habitual actitud despreocupada, levantó la botella de cerveza que tenía en la mano y tomó un largo sorbo antes de responder con naturalidad:

—Estaba —declaró, dejando el pico de la botella reposar en sus labios antes de bajarla lentamente—. Pero pasaron cositas.

Linda, que estaba disfrutando del intercambio, le dio un golpecito en el brazo a Carolina, como si acabara de confirmar una sospecha.

—¡Viste! Yo lo sabía —exclamó, su tono lleno de satisfacción—. Ayer en el almuerzo estabas muy trolita con él, lo digo de buena forma, que conste. Como que se notaba que algo había ahí.

—Además también está ese día que te estuviste escondiendo de todos en el hotel —agregó Carolina, a lo que ella les sonrió con falsa inocencia.

Julieta sonrió, pero esta vez con una falsa inocencia que no convencía a ninguna de las presentes. Sabía que no podía seguir guardando ese secreto por mucho tiempo, especialmente con las chicas siendo tan perspicaces.

—Fuimos a tomar algo... y después cogimos —soltó sin rodeos, provocando un coro de exclamaciones ahogadas.

—Uy, que Rodri no se entere de lo chajá que resultó su amigo —comentó con gracia Antonela, a lo que Julieta asintió mientras se reía— igual dijiste que te lo estabas chamuyando.

Carolina, como siempre, no dejó que el comentario pasara desapercibido.

—Eso... ¿qué pasó entonces? —preguntó con los ojos entrecerrados, como si estuviera esperando una historia jugosa.

Julieta se tomó un momento, jugando con la botella en su mano. La tensión amistosa del grupo era palpable, todas esperando ansiosas por los detalles. Finalmente, con un suspiro dramático, decidió comenzar.

—¿Por dónde empiezo, Caro? —dijo, fingiendo una duda que sabía haría que sus amigas se impacientaran más.

—Ah bueno, hay historia. No sé por dónde querés empezar, pero empezá ya —dijo con tono firme, usando esa mirada intimidante que siempre funcionaba para hacer hablar a Julieta.

—Primero, esto muere acá. ¿Ok? —las cuatro chicas asintieron rápidamente, imitando el gesto de cerrar con llave sus labios, en un pacto silencioso. —Segundo, las cosas con Licha quedaron en pausa porque... bueno... digamos que hay algo con Leandro.

La revelación cayó como una bomba, y por un momento el ruido del club pareció silenciarse en su pequeño rincón VIP. Los ojos de sus amigas se abrieron de par en par, la sorpresa pintada en sus rostros.

—Entonces, Enzo tenía razón —comentó Valentina con un tono que denotaba sorpresa—. Me había contado que ustedes se habían comido la boca esa noche que se encerraron en los vestidores

—Sí, pero súper tranquilo todo —dijo con una sonrisa ladeada—. El tema es que... también salí con él, cogimos, nos celamos, dejamos de hablarnos por unos días, y hoy me vino a plantear que sentía algo más por mí que solo sexo. Después nos acostamos y vimos Modern Family.

redhead - leandro paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora