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Final.

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La noche era cálida, iluminada por luces tenues que colgaban en hileras por todo el lugar, dándole un ambiente íntimo y acogedor. Julieta observaba la escena con ojos brillantes, admirando cada detalle que Leandro había dispuesto para la cena. La emoción que sentía no solo era por el ambiente, sino también por la compañía y el motivo de la velada. Le sonrió al ojiazul, quien la miraba con la misma intensidad y cariño.

—Cuando dijiste que íbamos a tener una noche de parejas, no esperaba que fuera tan... así de hermosa —comentó ella, dejando entrever en su voz la sorpresa y el agradecimiento.

—Bueno, es una noche especial. Como todas las que paso con vos, pero hoy... hoy es nuestro primer aniversario, coloradita. Y quería que tuviéramos un momento digno de recordar —dijo Leandro, mirándola a los ojos—. Además, hay algo que tengo que contarte.

—Me dejas con ansiedad ahora por eso.

Leandro soltó una risa baja, y le dio un beso en la frente.

—Perdón, te amo. No quería ponerte nerviosa —murmuró en tono suave antes de mirarla con ternura—. Vení, que está todo allá preparado.

Sin más, le tomó la mano, y juntos caminaron hasta una pequeña área que había dispuesto especialmente para la ocasión. La decoración, sencilla pero cálida, incluía una mesa baja con cojines y una manta sobre la que habían dispuesto platos y copas. Ambos se acomodaron en la cama, pegados uno al otro, sin soltar sus manos, como si no quisieran que ese momento de conexión se desvaneciera.

Leandro tomó un pedazo del asado y lo colocó en el plato de Julieta, quien lo recibió con una sonrisa, antes de servirse él mismo. Con destreza, llenó ambas copas hasta la mitad con vino tinto, cuidando cada detalle de la velada. Luego, con una pequeña inclinación, puso algo de música para acompañar el ambiente íntimo. La miró a los ojos y, tras tomar aire, decidió finalmente compartir la noticia que tenía guardada.

—Lo que te quería contar es que nos vamos a ir a Roma, pero no de viaje, sino a vivir —anunció, su tono entre entusiasmado y expectante, mientras observaba la reacción de Julieta—. Tengo posibilidades de firmar con la Associazione Sportiva Roma —agregó, y cuando vio los ojos de ella abrirse de par en par, tuvo que contener una risa. Leandro continuó sin perder la emoción—. Así que dentro de unos días rajamos de acá, los tres. Obvio, Milo viene con nosotros en el avión privado.

Julieta no pudo evitar llevarse una mano a la boca, el asombro y la alegría reflejándose en cada gesto. Luego se inclinó hacia él, dejando un beso suave en sus labios y otro, apenas más corto, como si cada uno fuera un sello de amor y apoyo.

redhead - leandro paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora