²³; ʜɪʟʟᴛᴏᴘ.

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El cielo estaba oscuro, pero no tanto. Probablemente era de madrugada. Me encontraba en mi cama dando vueltas debido a un posible insomnio, de verdad que estaba cansada pero no lograba dormir. Me puse alerta cuando oí unos ruidos extraños fuera de la habitación, salí con mi revólver en mano para asesinar a lo que sea que haya entrado a nuestro hogar.

—¿Quién eres y qué mierda estás haciendo en nuestra casa?– Pregunté alterada al ver a un hombre de cabello largo.

—Estoy aquí. Sentado, en las escaleras, observando este cuadro.– Respondió señalando la pintura que tenía en manos.— Y esperando a que aquellos dos se vistan.– Lo miré confundida.

—¿Quién putas madres eres?– Volví a preguntar apoyando el revólver en su cabeza.

—Hola, soy Paul, pero también me dicen Jesús.– No pude evitar soltar una risa al oír su sobrenombre.

—¿Es enserio? ¿Jesús? Vaya, lamento mucho que te llamen así.– Bromeé, luego quité el seguro de la pistola, aún presionandola contra la cabeza de este. No le creía ni mierdas.

—¡¿Quién...?!– Carl se incorporó a la conversación, estaba parado detrás de mí con un arma en mano.

—Ya estamos listos.– Rick vino junto a Michonne. La de rastas estaba algo desarreglada, y Grimes estaba sin ninguna camisa.

—¿Ustedes dos tuvieron...? Dios mío, creo que estoy teniendo una pesadilla.– Dije en un tono bajo observando a ambos adultos.

—Por lo menos ahora tienen ropa.– Murmuró Jesús, haciendo que yo quede boquiabierta.

—Sí, de acuerdo, es mucha información por hoy, voy a volver a la cama.– Levanté ambas manos y volví a mi habitación.

(. . .)

Ya había salido el sol. No había dormido nada en toda la noche, me quedé haciendo estupideces hasta tarde ya que no lograba conciliar el sueño.

Bajé las escaleras con cuidado, iba a ir hacia la cocina para hacerme un café.

—Buenos... ¿días?– Murmuré en un bostezo y me dirigí hacia la cafetera.

—Buenos días, Astrid.– Me contestó Maggie en un tono dulce, para después indicarme que cuando termine de preparar el café me siente junto a ella.

—Bueno, volviendo al tema...  Ah, sí, Hilltop.– Dijo Rick en un tono algo serio.

—Vale... De acuerdo, les estaba diciendo que no quise robar ninguna de sus provisiones, pero mi comunidad está pasando por situaciones bastante difíciles. Por eso es que nosotros buscamos hacer tratos con otras comunidades.– Explicó Jesús mientras hacía movimientos con sus manos. Me senté en uno de los muebles al lado del horno mientras el café se preparaba, presté atención e intenté comprender lo que sucedía.— Sé que no les caigo bien, pero debemos apoyarnos los unos a los otros. Después de todo, estamos en el mismo equipo: el de los vivos. Tenían razones para dejarme ahí, pero no lo hicieron.

—¿Tienen comida?– Preguntó Rick inclinando su cabeza a un lado.

—Comenzamos a criar ganado, también cultivamos.– Respondió automáticamente.

—¿Cómo podemos creerte?– Volvió a cuestionar el de cabello rizado.

—Se los demostraré. En auto podríamos llegar en un día, así podrán ver quiénes somos y qué podemos ofrecerles.– Contestó ampliando su respuesta. Jesús de verdad quería enseñarnos aquel lugar llamado Hilltop, pero quién podría saber si era verdaderamente seguro.

Me serví la cafeína en una taza una vez que ya estaba lista. Luego me senté en una silla al lado de Maggie, la cual comenzó a hacer caricias en mi brazo.

—Si vas buscando más asentamientos, ¿ya estás negociando con otros grupos?– Preguntó la ojiverde. Yo observé la escena con intriga.

—Su mundo se va a ampliar muchísimo.– Fue lo único que respondió.

(. . .)

Una vez todos nos dirigimos hacia afuera, cargamos un auto y la minivan para viajar a Hilltop. Era peligrosos pero contábamos con varias armas y municiones.

—¿Preparaste tus cosas?– Le pregunté a Carl, quien estaba cargando gasolina para la minivan.— Gabriel se quedará con Judith.

—No, no voy a ir.– Me contestó. Yo lo miré con confusión.— Alguien debe quedarse para cuidar este lugar.– Agregó, yo solo suspiré y asentí.

Miré para abajo al saber que no vendría, pero acepté su decisión y solo le sonreí.

—Además, no creo que un chico con la cara estropeada cause la mejor primera impresión.– Murmuró mirando sus zapatos.

—¿Qué?– Pregunté soltando una risa sarcástica.— Si no vas a ir por eso...– Me detuve antes de insultarlo.— No tienes la cara estropeada, de hecho, te hace ver más rudo.– Hablé con firmeza, para después acercarme a él.

—Que vean que me falta un ojo hará que piensen que somos peligrosos, Astrid.– Se justificó, yo solo negué con la cabeza.

—Carl, no voy a obligarte a ir a Hilltop si no es lo que deseas, pero si de verdad no quieres que te insulte de la peor forma que hayas escuchado ahora mismo, más te vale que deje de pensar eso sobre ti.– Lo miré seriamente mientras arqueaba una ceja.— Todos damos la peor primera impresión yendo a una nueva comunidad. Yo parezco un mapache con problemas de ira, Daryl no se ha duchado desde quién sabe cuándo, Rick parece psicópata... Ninguno de nosotros da la mejor impresión, pero no por eso tienes que quedarte aquí.– Puse una de mis manos en mi cintura.

Él solo rió ante mi intento de consuelo, yo rodé los ojos, pero también reí.

—¿Puedo llevarme tu sombrero al menos? Me queda mejor.– Dije con orgullo.

—Desde luego que te queda mejor.– Sonreí vergonzosa ante sus palabras. Se sacó su sombrero de sheriff y luego lo colocó en mi cabeza. Antes de irme noté una expresión de duda en su rostro, lo que me dejó algo confundida, pero después alzó la mirada y volvió a hablar.— Nos vemos luego, linda.– Susurró su última palabra, pero logré escucharlo y al instante la sangre llegó a mis mejillas dejándolas rojas como un tomate. Dejé un beso en su mejilla y reí a carcajadas al ver lo sonrojados que estábamos los dos.

Hice un gesto de saludo con mi mano para luego alejarme y subir a la minivan.

—¿Tu acabas de...?– La voz de Glenn no tardó en ser oída por mí.

—Callense, háganme el favor.– Dije escondiendo mi sonrisa. Maggie soltó un chillido de, probablemente, felicidad.— Despiertenme cuando hayamos llegado.– Avisé para luego recostar mi cabeza en mi mochila y tapar mi cara con el sombrero de Grimes.

Oh, carajo, ¿qué había sucedido?

Oh, carajo, ¿qué había sucedido?

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𝗪𝗼𝗻𝗱𝗲𝗿𝘄𝗮𝗹𝗹 ;; 𝘊𝘢𝘳𝘭 𝘎𝘳𝘪𝘮𝘦𝘴.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora