³⁶; ᴏᴄᴇᴀɴsɪᴅᴇ.

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Habían pasado unos días desde que visitamos el Reino, y en esos días pasaron muchas, muchas cosas: Nos dimos cuenta de que Gabriel se había llevado casi toda la comida, pero luego descubrimos que fue secuestrado por otra comunidad. Aunque después de todo Rick logró hacer un trato con ellos para que luchen con nosotros contra los Salvadores.
Tara nos había hablando de otra comunidad, Oceanside. Nos dijo que podríamos pedir armas allí, ya que, después de todo, tenían armas de sobra. Además de que también pediríamos que luchen junto a nosotros como habíamos hecho con aquella otra gente.

—¿Alguna vez piensas en quiénes mataste?– Me preguntó Carl una vez que llegamos para poder pasar el tiempo.

—Sí.– Respondí sentada en una roca.— También pienso en la gente que no maté.— ¿Y tú?

—También. Hay gente que me arrepiento de haber matado, y gente que no; y también hay gente que me gustaría haber matado, pero no lo hice.– Contestó mirando la tierra. Yo solo asentí.— ¿Estás preparada por si ésto sale mal?– Siguió preguntando.

—No saldrá mal.– Me encogí de hombros.— Como máximo esclavizáremos una comunidad.– Bromeé y ambos reímos.— Vamos, no podemos quedarnos mucho tiempo aquí.– Él asintió y cada tanto cambiamos el lugar en el que estábamos para no ser descubiertos.

Nos escondíamos detrás de los árboles, arriba de ellos, o simplemente nos olvidábamos de hacerlo.

(. . .)

Comenzamos con el plan, los explosivos cada vez eran menos y la gente corría desesperada. Nunca creí que nosotros saquearíamos una comunidad.

—¡Todas al suelo!– Ordenó una mujer de Alexandria que había venido nosotros. Yo y Carl salimos detrás de un par de árboles con armas.

—Cálmense, no queremos que nadie salga lastimado.– Dijo Gabriel, quien también estaba con nosotros.— Quédense en el suelo y escúchennos. Queremos que esto sea lo más rápido y pacífico posible, depende de ustedes.

—Siéntense ahí, en silencio.– Ordenó Daryl mientras traía a otras dos chicas junto a Rick y Jesús.

—Esto es solo por lo que tienen, lo que necesitamos.– Dijo Grimes acercándose a ellas.— Nadie saldrá herido.

—¡No se llevarán nada!– Habló una señora, la cual tenía a Tara como rehén, acompañada de una chica.— Lárguense o ella muere.

—Las dejaremos en paz, pero nos llevaremos su arsenal. Eso no cambiará.– Exclamó Rick con bastantes nervios.— Natania, ¿cierto? Baje el arma.

—No. Váyanse ya mismo.– Se negó la mujer aún apuntándole a Tara.

—Michonne, ¡no!– Gritó nuestra amiga. Al parecer la de rastas le estaba apuntando a la señora con aquel rifle que tenía.

—Solo pedimos que nos dejen en paz.– Suplicó Natania sin cambiar de opinión.

—Sí, lo haremos, pero suéltela.– Pedí refiriéndome a Tara.

—Si no, la mataremos.– Dijo Rick sacando su arma de su bolsillo.— Ninguno de nosotros desea eso.

—Piden que enfrentemos a los Salvadores.– Recordó una de las mujeres que estaba en el piso.

—Ya lo intentamos, y perdimos demasiado.– Siguió negándose la señora.

—Vamos a ganar.– Dijo Tara.— Con, o sin su ayuda, eliminaremos a los Salvadores. Si me mata, morirá, y nada cambiará.

𝗪𝗼𝗻𝗱𝗲𝗿𝘄𝗮𝗹𝗹 ;; 𝘊𝘢𝘳𝘭 𝘎𝘳𝘪𝘮𝘦𝘴.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora