²²; ᴊᴇsᴜs ғᴜᴄᴋɪɴɢ ᴄʜʀɪsᴛ.

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Los días habían pasado, Carl se encontraba mucho mejor. Denise decía que ya estaba estable, pero que debería cambiar su venda con frecuencia.

—¡Carl!– Exclamó Michonne, que se encontraba en la cocina hablando con Rick.

—¿Qué? Es la fisioterapia de Denise.– Respondió él. Yo solté una risita desde mi asiento.

—No te oigo, ven aquí.– Le llamó Rick, que también estaba con nosotros.

—Es fisioterapia...– Dijeron ambos al unísono, el Grimes mayor se burló de él.

Michonne rió ante lo sucedido, Judith también. La bebé siempre reía, aunque probablemente ni siquiera entendía lo que pasaba.

—Necesito usar tu dentífrico.– Pidió la de rastas, se había gastado la pasta dental de todos.

—Vamos a cambiar tu venda.– Suspiré mientras me levantaba del sofá. El chico asintió y ambos nos fuimos hacia su habitación, donde se encontraban los vendajes.

Una vez allí, tomé aquel objeto y le indiqué que se sentara.

—Sabes que puedo hacerlo yo solo, ¿verdad?– Me preguntó mientras reía.

—Mhm.– Asentí.— Pero me gusta ver tu ojo. Bueno, el que no tienes.– Bromeé en un tono bajo, él solo me miró mal pero se pudo oír una pequeña risa por su parte.

Saqué la venda del empaque y comencé a colocarla sobre su cuenca ocular.

—El día que sucedió... esto.– Señaló su herida.— Lo que dijiste, cuando todavía estaba en la camilla, ¿iba enserio?– Mi cuerpo se tensó al oír la pregunta.

—¿Qué cosa?– Intenté disimular mis nervios.

—Nada... Olvídalo.

(. . .)

Después de cambiar el vendaje, me fui con Carl al bosque. Teníamos un lugar pacífico y tranquilo, donde eventualmente nos sentábamos a leer cómics.

—Mira.– Señalé un envoltorio azul que había en el barro.

—¿Qué es?– Me preguntó el ojiazul, dentro del paquete había un pequeño pedazo de papel.

—Se mojó, no se puede leer.– Dije un poco decepcionada.— Pero es reciente.– Me encogí de hombros y guardé el papel.

—¿Y qué importa?– Preguntó con desinterés, lo miré mal entrecerrando los ojos.

—No estamos solos.

Seguimos caminando, hasta que finalmente llegamos a nuestro lugar, y nos sentamos a leer. Yo intentaba averiguar qué decía aquella carta de antes, y él solo leía uno de los cómics que habíamos guardado allí.
Estábamos tranquilos, hasta que oímos el ruido de una rama romperse.

—Vamos.– Murmuré mientras me escondía detrás de un árbol.

—Son solo Michonne y Spencer.– Habló con tranquilidad, y volvió a sentarse para retomar la lectura.

—¿Qué hacían?– Pregunté con curiosidad.

—Caminar, no lo sé.– Contestó mientras guardaba su arma.

—Carl, no sé si sea seguro que vengamos aquí afuera. Ya no más.– Dije con inseguridad, rascando mi cabeza.

—De acuerdo, volvamos a casa.– Suspiró dándome la razón.

𝗪𝗼𝗻𝗱𝗲𝗿𝘄𝗮𝗹𝗹 ;; 𝘊𝘢𝘳𝘭 𝘎𝘳𝘪𝘮𝘦𝘴.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora