²⁶; ɪ ᴡᴀɴᴛ ʏᴏᴜ ᴄʟᴏsᴇ.

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—¿Qué?

—Me gustas, Astrid.

Mi corazón se salteó un latido cuando oí aquellas palabras salir de su boca. Es decir, ¿cuáles eran las probabilidades? ¿por qué un chico tan... Carl, estaría enamorado de una chica como yo?
Miré hacia abajo nerviosa, esperando a que me vengan palabras a la mente. Él, por su lado, solo esperaba alguna respuesta de mi parte.

—También me gustas.– Admití alzando la vista para encontrarme con su mirada. Sus ojos estaban abiertos como platos al oírme, yo solo estaba concentrada contemplando su iris color azul.

—¿De verdad?– Preguntó asombrado, yo solo asentí haciendo un movimiento de cabeza.

—Carl, la única persona que quiero a mi lado es a ti.– Dije ahora con más confianza.— Es decir, claro que tengo a Glenn, a Maggie y a todos los demás, pero... es de otro modo, ¿sabes?– Admití con seguridad. Suspiré al notar como la sangre y el calor llegó a mis mejillas con rapidez, lo cual, al parecer, también le sucedió a él.

—Voy a ser de lo más sincero contigo.– Mi cuerpo se tensó al oír sus palabras.— Eres la chica más genial y atractiva que he conocido en mi vida, por más que estemos viviendo en este mundo de mierda, no creo que exista alguien que pueda superarte. Realmente me gustaría tener un futuro contigo, Astrid, de verdad quiero tenerte cerca.– Desvió la mirada mientras hablaba. Cada tanto tartamudeaba y eso demostraba los nervios que tenía.— No creo que haya otras palabras para poder decirte que eres una chica maravillosa, la verdad creo que he usado todas.– Rió ante su propio comentario, yo solo sonreí algo vergonzosa.

—Carl, si pudiera llegar a ser la mitad de lo que crees de mí...

—Lo eres. Eres todo lo que mencioné y aún más, pero no puedes verlo por ti misma.– Me interrumpió.— De todos modos, esperé poder preguntarte esto desde hace tiempo... ¿Puedo ser tu novio? Es decir, ¿te gustaría ser mi novia? O... maldición, ni siquiera sé cómo preguntar.– Una sonrisa de oreja a oreja se formó en mi rostro, pero justo en el momento en el que iba a responder, el llanto de Judith resonó por toda la casa.

—Mierda.– Murmuré entre dientes.— Yo voy, ahora vuelvo.– Le dije cuando ví que se levantó para ir con su hermana. Me paré y me dirigí rápidamente hacia la habitación donde la bebé se encontraba para calmarla y hacerla volver a conciliar el sueño.

Sorprendentemente, a los pocos minutos Jude volvió a dormirse, dejé un beso en su frente y luego volví a la habitación donde Carl se encontraba.

—Ya está dormida.– Murmuré, él solo asintió y luego me dí vuelta para cerrar la puerta.

—Entonces...

—Sí, me gustaría ser tu novia, Carl Grimes.– Una gran sonrisa apareció en su cara, parecía un niño pequeño cuando llegaba la navidad.

Se acercó a mí al oír mi respuesta, al parecer no sabía que hacer, ya que sus manos estaban dando vueltas con intenciones de tomarme por la cintura. Asentí con tranquilidad, dándole permiso, y él colocó sus frías y pálidas manos sobre mis caderas. Mis brazos se apoyaron en sus hombros, lo que proporcionó más facilidad para así posar mis manos sobre su cabello castaño.

La tensión se cortó en el momento en el que yo dí el primer paso y junté mis labios con los suyos, nuestras respiraciones se sincronizaron en el momento que nuestros labios chocaron. Cada tanto sonreíamos con felicidad, lo que hacía que nuestros dientes chocaran y nos causaba algunas risas. Era un beso en el que a ambos nos hacía olvidar lo que pasaba alrededor, éramos solo yo y él sin preocupaciones ni responsabilidades. Luego de unos segundos oímos como la puerta de abajo abrirse, algo que nos hizo ponernos alerta pero nos relajamos al ver a nuestro grupo entrar.

—¿Deberíamos...?– Asentí con algo de preocupación ante su pregunta. Íbamos a anunciar nuestra actual relación y ambos estábamos nerviosos por ello.

—Tal vez en la cena.– Lo pensé mejor y decidí que sería la mejor opción. Él estuvo de acuerdo conmigo, dejé un corto beso en sus labios para después salir de la habitación y bajar por las escaleras.

—¿Cómo les fue?– Preguntó mi novio al grupo.

—Bien.– Respondió un Rick algo cansado.— Habían secuestrado a Maggie y a Carol, por eso nos tardamos.– Nos comentó sosteniendo el puente de su nariz.

—¿Qué?– Pregunté buscando a ambas mujeres con la mirada.— ¿Quiénes?– Agregué luego.

—Están muertas. Todas ellas.– Dijo mi hermana, yo me calmé un poco al saberlo.

—¿Ustedes están bien?– Preguntó Michonne, ambos asentimos con una sonrisa que, más que nada, fue una mueca nerviosa.— ¿Judith?

—Arriba, durmiendo.– Contestó el ojiazul con sombrero de sheriff.

Después de terminar de hablar, comenzamos a ayudar a todos a desempacar lo que tenían en sus bolsos.

(. . .)

La noche había caído. Todos nos habíamos juntado para cenar, nos encontrábamos comiendo carne de vaca que Hilltop nos había dado. Carl estaba sentado a mi lado, estábamos esperando a que el silencio reine en la sala y así poder hacer el anuncio sobre nuestra actual relación.

—Así que...– Rascó su nuca un tanto nervioso.

Las miradas de todos se fijaron en nosotros, la incomodidad y la tensión se podría sentir a kilómetros de distancia.

—Carl y yo somos pareja.– Solté no muy preocupada y de forma bruta, él me dió un pequeño golpe en mi brazo por la forma en que lo dije.

Al instante, Glenn escupió el agua que estaba bebiendo al escucharme hablar. Definitivamente teníamos que haber ensayado esto.

—Te lo dije.– Susurró Abraham, quien estaba sentado a mi lado también.

—Cállate.– Murmuré entre dientes mientras lo miraba de reojo.

—¿Que Carl es qué?– Preguntó sorprendido mi cuñado. Él, Maggie, Rick y Michonne nos miraron atentos a ambos.

—Astrid y yo decidimos comenzar una relación.– Aclaró mi novio, ésta vez más calmado. Yo solo hice un sonido de afirmación y tomé un vaso de agua.

De repente, la puerta se abrió y logramos visualizar a Dixon que entraba a la casa.
Luego miré de reojo hacia donde Rick y Michonne se encontraban sentados, ya que ambos estaban muy callados, pero los dos estaban sonriendo mientras se murmuraban cosas entre ellos. Maggie por su lado, solo reía y hablaba con Glenn en un tono bajo.

Era como si estuviesemos viviendo sin tener que cuidarnos de los caminantes. Una cena normal.

 Una cena normal

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𝗪𝗼𝗻𝗱𝗲𝗿𝘄𝗮𝗹𝗹 ;; 𝘊𝘢𝘳𝘭 𝘎𝘳𝘪𝘮𝘦𝘴.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora