CAPÍTULO 20

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Mihrimah Sultan.

Mi corazón se hunde y el dolor me invade mientras camino en dirección a los aposentos de mi padre. Mis ojos se inundan de lágrimas y me siento débil.

—Sultana, no puede pasar —dice uno de los guardias después de anunciarme.

Intento pasar y ellos me toman de los brazos.

—¡Su majestad! —gritó una y otra vez.

—Sultana, por favor retírese —dice uno de los guardias.

Siento mi vista nublarse, mis piernas doblarse y perder la fuerza. Pero intento mantenerme.

Mi padre sale con una expresión de enojo, me mira directamente y da la orden que me suelten.

Él se acerca al ver que no puedo dar ni siquiera un paso, me siento mareada y cierro y abro los ojos intentando calmarme, sin evitar que las lágrimas caigan.

—Su majestad —digo débilmente cuando esta cerca. —do...¿donde esta?

—Mihrimah —dice con enojo pero a la vez preocupado.

Cierro mis ojos y solo siento como caigo y la voz de mi padre llamarme, hasta que todo se oscurece.

~~~•••~~~

Mi cuerpo se siente débil y mi vista pesa cuando intento abrir los ojos.

Reconozco que estoy en mis aposentos, intento recordar que fue lo que paso. Bali bey, las palabras de mi madre, mi padre saliendo de sus aposentos y yo intentando buscar una explicación.

¿Por qué se fue?

Siento ese dolor invadirme, mi pecho oprimirse otra vez y mis ojos llenarse de lagrimas.

—Mihrimah —la voz de mi madre se oye y finalmente volteo.

Selim, Bayaceto, mi padre y algunas concubinas están en mis aposentos. El doctor está parado con un poco de preocupación.

—¿Cómo estás? —pregunta mi padre, que finalmente sonríe al verme.

—Algo mareada —le digo con algo de disgusto, se que tiene algo que ver con todo esto.

—Su alteza —dice el doctor llamando mi atención—, la doctora vendrá a revisarla por órdenes de nuestra Sultana.

Volteo a ver a mi madre quien asiente y yo hago lo mismo, tiempo después el doctor sale haciendo una reverencia.

Bahar me sonríe mientras se mantiene a un lado de Bayaceto. El silenció es incómodo y odio esa sensación con el montón de preguntas que tengo.

—Déjenme a solas con Mihrimah —pide mi padre y todos salen.

Mi madre me da un beso, mira a mi padre y luego se retira.

—¿donde esta? —preguntó directamente y veo a mi padre sentarse a mi lado.

—Mi sol y mi luna —dice volteando a verme. —Eres mi única hija, Mihrimah. La niña de mis ojos y la más importante entre tus hermanos. Siempre buscaré tu bienestar y felicidad. Me disgusto la idea de que estés con Malkoçoğlu, pero finalmente hablé con él, le pedí que se casara contigo o acabaría con su vida. Él dijo que no lo haría...

—Eso no es cierto —digo sin creer sus palabras. —padre, nos amamos y él no diría eso. Su majestad, ¿que pasó en realidad?

—Él tiene otra mujer en Belgrado, se fue por esa razón —finaliza mi padre y solo intento asimilar sus palabras.

No podía ser verdad, eso no podría ser cierto.

Cierro mis ojos y respiro intentando calmarme, pero también se que no hay razón para que mi padre mienta.

Pero Bali bey no haría eso, no ahora, ni nunca, todo debe tener una explicación, sin embargo, él ya no está y eso me pone aún peor.

—Padre —digo casi en un sollozo.

Él se levanta y luego, mi madre y hermanos entran a los aposentos.

—La sultana del sol y la luna, eres muy fuerte —dice Bayaceto y se acerca, besando mi frente. —¿Pasa algo, te sientes bien?

—Ya todos lo saben —le digo y creo que sabe a lo que me refiero. —Estoy bien, hermano.

—La doctora esta aquí, su majestad —informa una de las concubinas.

Mi madre hace una señal para que la dejen entrar, mi padre y hermanos vuelven a retirarse y solo me quedo con las mujeres.

—Sultana —dice la mujer mientras hace una reverencia para mi madre.

Algunas de las mujeres entran con agua y mantas, dejando todo a disposición de la doctora.

—Madre, ¿de que se trata esto?

—Sultana, haré una revisión para saber si esta embarazada —dice la doctora y el pánico me invade.

Miro a mi madre asentir con una leve sonrisa.

No podía estarlo, no ahora, no sin bali bey aquí.

La doctora empieza a hacer su trabajo y lo único que pasa por mi mente es todo lo que viví con Bali bey. Saber que se fue sin una explicación me pone aún más nerviosa, no era momento de tener un bebé y los minutos se convertían en eternidades.

No se cuanto pasa antes de que la doctora se levante y lave sus manos con ayuda de las mujeres, ella indica que mi padre y mis hermanos ya pueden pasar.

Me siento levemente, y miro a mi madre, ella intenta transmitirme calma pero no lo logra, mi piel es completamente pálida y mis nervios solo aumentan.

Todos entran y yo solo intento evitar encontrarme con la mirada de cualquiera.

—¿Qué le pasa a mi hija, doctora? —pregunta mi padre.

—Su majestad, la sultana Mihrimah esta embarazada, Allah mediante traerá un bebé a este palacio —dice y siento como todo se detiene.

Cierro los ojos esperando que esto solo sea un sueño. El silencio invade el lugar y solo escucho las monedas de oro para la doctora que sale segundos después.

Levantó la mirada y veo a mi madre con los ojos inundados de lágrimas, mi padre con un semblante serio y mis hermanos sin una expresión definida.

Bahar me sonríe un poco preocupada y luego de darme un beso en la frente, hace una reverencia y sale del lugar.

Mis manos tiemblan, mis lágrimas empiezan a caer y el dolor me invade. Hay una chispa de felicidad, un hijo, un bebé mío y de Bali bey.

Si él estuviera aquí todo sería distinto, pero no lo está y me siento sola, todo esto no debería estar pasando.

—Su majestad, yo... —digo y guardo silencio cuando mi padre voltea a mirarme.

—Tendrás que casarte —es lo último que dice antes de darse la vuelta e irse.




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⏰ Última actualización: Jan 16 ⏰

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