En todo el continente europeo, la ciudad de Londres era conocida por propios y extraños como la joya de la corona, ya que además de ser el hogar de la familia real, también era la meca del progreso, que se había mantenido a la vanguardia del desarrollo industrial.
Está era la razón por la que muchos llegaban a Londres, con la esperanza de una vida mejor. Algunos lo consiguieron, con años de dedicación y constancia, el resto aun estaban en eso, mientras que un grupo más pequeño pero notable se rindieron en el primer intento, y en su lugar optaron por seguir el camino fácil, uno oscuro y repugnante, que tenía lugar bajo el cobijo de la noche.
Y contrario a la creencia popular sobre el aspecto de aquellos lugares de dudosa reputación, no todos eran chozas infestadas de plagas en uno de los barrios más pobres, ya que este en particular se encontraba en una calle que brillaba con luz propia, entre la elegancia y la riqueza, una ilusión para engañar a los ojos puritanos que de ninguna manera podrían imaginarse que en el interior de una de esas casas respetables había un escenario para la perversidad, tan ruin y despreciable, que incluso las ratas sentían asco de caminar por sus corredores.
Hombres y mujeres, en su mayoría Alfas y Betas, entraban a ese lugar por la puerta grande, mientras que aquellos que eran miserables, se escabullían entre las sombras, olvidando su temor a Dios para poder satisfacer sus deseos, de la mano de uno de los negocios más antiguos del mundo humano.
Dinero por placer.
Dio estaba familiarizado con aquel mundo, durante sus años de horrible adolescencia. Y sin embargo la impotencia y la rabia que sentía era igual o más intensa que en ese entonces.
No podía mover sus piernas y brazos, y a penas si podía divisar siluetas en la oscuridad que lo aprisionaba. Su único sentido funcional era su oído, con el que podía escuchar las notas musicales y risas escandalosas a la distancia, que ahogaban casi a la perfección esos otros sonidos que le causaban escalofríos. Quejidos de dolor, llantos y gritos, unidos a esa melodía depravada y sucia.
El solo imaginar lo que estaba sucediendo arriba, lo hacía estremecerse de miedo y de ira, porque su destino ya había sido sentenciado, y lo peor es que no estaba solo en esto.
Erina se encontraba a su lado, sin moverse ni unpoco desde que había recuperado la conciencia, como si aún estuvierareponiéndose de la impresión respecto a lo que estaba pasando. Y es que ningunapersona en algún momento de su vida esperaría terminar como el objetivo de uninfame atentado, y ser puesta en una jaula en la que seguramente otros pobres desdichados tuvieron que habitar.
Su situación era preocupante, pues estaba seguro de que el lugar en el que se encontraban era más que un burdel común. Ya que si su propietaria compraba personas para privarlas de su libertad, entonces estaban en medio de un negocio mucho más turbio.
Dio suspiró profundamente, haciendo una pausa de todos sus pensamientos para concentrarse en lo que era más importante en ese momento. Tenía que idear una forma de escapar de ese lugar junto con Erina, preservando la integridad de ambos lo mejor posible, antes de que el destino presagiado por aquella mujer despreciable se hiciera realidad.
- Lo que dijo ese hombre...- El balbuceó cauteloso de Erina atrajo su atención. Y al mirar en su dirección se encontró con la Alfa, y brevemente se preguntó si estuvo hablando desde hace tiempo, y no le había escuchado a consecuencia de sus caóticos pensamientos. - ¿Es cierto que él es...?
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We'll Meet Again. [JJBA Jonadio]
FanfictionNos encontraremos otra vez. En un día soleado, bajo el cielo azul, o en una noche estrellada bajo la luz de la luna llena. No sé dónde. No sé cuándo. Pero sé que nos encontraremos otra vez. *Esta historia es Omegaverse y también contiene Mpreg, si...