Prayers and lies.

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El viejo carruaje se movía a través de los callejones oscuros, en su intento por mantenerse lejos de la zona del desastre.


El incendio se resistía a ser sofocado, y su devastación llegaba a tal punto que las llamas eran visibles por encima de los elegantes tejados de las residencias cercanas a ese barrio acaudalado que en cuestión de minutos se había convertido en una puerta al mismo infierno.


Los criminales fueron rápidos, y una vez que cruzaron el puente lejos de cualquier peligro, se sintieron confiados, siendo este su primer error.


Los caminos que habían elegido eran relativamente diferentes, pero los llevaban hacia el mismo destino.


La calle Ogre en East end. Que años atrás fue celebre por tener la infame reputación de ser un lugar de muerte y perdición.


- ¿Cuánto tiempo vamos a quedarnos aquí? ¡Me estoy congelando hasta los huesos...! - Uno de los criminales se quejó, mientras se alejaba de la ventana tapeada precariamente con tablas de madera roída, que permitía la entrada a las corrientes de aire de la noche otoñal.


- Y esperen a que llegue la madrugada, se pone peor...- Comentó quien anteriormente les había recomendado aquel lugar como escondite. Era un edificio viejo, uno de los pocos vestigios en pie de aquel incendio que acabo con los sucios negocios de la calle Ogre, años atrás, cuando el único heredero del Duque Joestar escapo de su cautiverio. Actualmente el barrio donde se encontraba había sido restaurado por la corona, y se consideraba un lugar digno para que las personas de clase baja pudieran vivir. Pero sus ruinas aun servían como escondite para las ratas.


- Debiste mencionarlo, así nos hubiéramos preparado debidamente.- Se quejó el de voz tosca, mirando con molestia a su compañero de crimen.


- ¿De verdad están quejándose por el frio, cuando tenemos aquí lo único que necesitamos para mantenernos calientes toda la noche?- Señaló con una ironía maliciosa hacia el rincón precariamente iluminado con una vela.


Los tres observaron hacia esa dirección, mientras una brisa fría abofeteaba su cara con la dulce esencia de las rosas.


Dio yacía ahí, retorciéndose en el sucio suelo donde lo habían arrojado bruscamente. Su cuerpo ardía, sin ningún tipo de alivio, no podía ver bien y su lengua estaba adormecida, no tenía ningún control de sí mismo. Solo podía liberar su aroma, siendo la medida más desesperada que un omega usaría para pedir ayuda.


Tal como esa mujer horrible había dicho, esa droga en su sistema no había influenciado su celo, lo que sentía ni siquiera era parecido a los síntomas del mismo, pues no estaba necesitado por aparearse con nadie, simplemente había sido envenenado para ser una presa fácil, y todo lo que sentía era una tortura lenta de un indescriptible dolor que lo estaba llevando a desear la muerte como cura.


Y en la parte oscura y medio consciente de su mente, Dio solo pudo pensar en Jonathan, mientras se arrepentía de cada atrocidad que había cometido en contra del Alfa que tanto quería.


Todas sus bromas ególatras, los insultos inteligentes y desaires que le hizo tras rechazar sus dulces sentimientos. Y lo peor es que se marcharía de este mundo sin decirle la verdad, que lo había amado durante los últimos cinco años. Después de todo fue el recuerdo de su dulce sonrisa la que lo había motivado en cada uno de sus pasos, y la razón de sus deseos de grandeza.

We'll Meet Again. [JJBA Jonadio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora