Colours estaba en la Plaza Mayor, así que cogimos el metro desde Velázquez hasta Goya y de allí hasta Sol, para llegar dando un pequeño paseo. Miramos el bar desde fuera con interés porque hasta entonces no habíamos entrado nunca en él: sabíamos que era zona reservada para universitarios. El cartel de letras negras junto a un birrete de colores estaba colocado encima de una puerta de madera tallada y con unas cortinas blancas que no dejaban ver su interior.
Al abrir la puerta una multitud de voces nos recibió y me quedé impresionada al ver tanta afluencia dentro: gente charlando en las mesas, gente en la barra bebiendo cerveza, gente de pie o yendo de un lado a otro y varios camareros con camisa blanca que iban de aquí para allá. Eran las siete y media de la tarde, pero allí daba la impresión de que eran las diez de la noche y que todo el mundo estaba predispuesto a salir de fiesta.
—Joder, cómo mola esto, ¿no? —dijo Lea entrando con paso seguro.
El local era más grande de lo que parecía por fuera y no era la típica sala cuadrada. Un montón de columnas dividían el lugar en diferentes estancias y había mesas por doquier, cualquier rincón era aprovechado para colocar una mesa y un par de sillas.
—A ver dónde nos sentamos —dijo Natalia a mi lado. Vimos una mesa libre y nos dirigimos hacia ella.
—Aquí tenemos que pedir en la barra... —dijo Natalia observando a la gente del local.
—Pido yo, ¿qué queréis? —les pregunté, decidida.
—Gin-tonic, cargadito —respondió Lea.
—Yo también, pero suave.
Me fui a la barra a pedir y le indiqué al camarero el número de mesa en la que estábamos. Al volverme me topé con alguien.
—¡Joder! Perdona...
Era Adrián, con su pelo a lo afro más despeinado que por la mañana.
—Lo sé, lo sé —me dijo pasando su mano morena por aquel pelo—. No hay manera de dominar esto.
Me reí con ganas y él sonrió.
—Te queda bien, no te preocupes. Hasta luego...
—¡Espera! —me cortó con rapidez antes de que me pudiera despedir—. Quería preguntarte algo...
Lo miré sorprendida. ¿Algo? ¿Era sobre Lea? Seguro que sí...
—¿Sales con alguien? —me preguntó a bocajarro.
—¿Perdona?
—Si sales con alguien o estás liada con alguien o tienes novio o algo parecido, ya sabes.
—Te he entendido perfectamente, Adrián. Pero me gustaría saber por qué me preguntas eso.
Me crucé de brazos y esperé con chulería su respuesta.
—Peleona, peleona. Tal cual habíamos predicho —dijo casi en un murmullo.
—¿De qué hablas? —le pregunté alucinada. «¿Habíamos predicho?»
—Sigo órdenes, recluta —dijo guiñándome un ojo.
—Joder, con la tontería.
—¿Eres amigo de Luis?
—A ratos, es un poco pesado, ya sabes. Le va el rollo de la informática y me tiene el coco rallado con el tema ese. Y como no calla ni debajo del agua...
Adrián le daba a la sin hueso con una facilidad increíble.
—Vale —le corté antes de que siguiera contándome la vida de Luis—. ¿Quién coño me ha dejado el libro?
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Los secretos de Alexia
Teen FictionAlexia sabe lo que es estar hundida, pero está decidida a que nada la pare cuando comienza la universidad con su mejor amiga Lea. Lea siempre ha dicho que no cree en el amor; ¿Qué va a hacer ahora que se le acelera el pulso cada vez que ve a Adrián...