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LEA


A veces tienes unas expectativas demasiado altas y después pasa lo que pasa.

Al ver a Dani pensé que no estaba nada mal: un tío alto, fuerte y musculado, con un rostro corriente, pero que en conjunto se dejaba mirar.

La cosa mejoró al oírlo hablar, tenía una de esas voces graves que tanto nos gustan, pero... cada vez que abría la boca subía el pan. Al principio, hablando de temas triviales, no me di cuenta de que su charla no era demasiado profunda. A ver, no creáis que necesito una conversación trascendental del tipo ¿de dónde vengo y adónde voy? Pero sí un poquito interesante, ¿no? Pues nada. No salíamos del tema películas y fútbol. Cuando quise darme cuenta, Dani y yo nos habíamos separado de Alexia y su amigo, y encima yo les daba la espalda, con lo que no podía mandarle ninguna señal a mi amiga del alma para que me salvara el culo. Pero, por fin, Alexia me llamó la atención y, cuando quise decirle que nos marcháramos de allí con alguna de nuestras excusas, vi a Adrián... mmm... guapísimo. Y me dejó tuerta y muda.

Alexia se fue a bailar con el otro musculoso y yo fui mirando de reojillo a Adrián, quien charlaba animado con una morenaza. Él no me había visto y lo supe porque en una de estas que lo observaba con poco disimulo, él me miró con cara de sorpresa. Yo retiré la vista porque Dani me preguntó no sé qué sobre Penélope Cruz, ¿y a mí qué me importaba esa actriz? A mí me interesaba Adrián, simplemente. Y cuando volví a por sus ojos, él tenía los suyos fijos en aquella tipa.

—Voy un segundo al baño —me dijo Dani colocando su mano en mi muslo.

Bueno, podía liarme con él, pero estando por ahí Adrián se me quitaban las ganas. Era como cuando puedes elegir entre un plato que está bien y otro que te encanta y, por supuesto, eliges el segundo. Y pasas del primero. Le daría largas a Dani, aunque no sé si colaría una actitud mojigata en mí porque por el chat se me había ido la lengua en más de una ocasión. ¿Y por qué chateando me había parecido otro tío? No entendía de dónde salían aquellos comentarios ingeniosos porque en persona era más bien un memo. En fin. Quizá los buscaba en Google, a saber. Yo por los chats ya había visto de todo. Una vez me quedé pillada de un tío y al final resultó ser una tía. El día que nos lanzamos a vernos por Facetime aluciné en colores. A ver, no soy bisexual, pero siempre he pensado que si me enamoro de una chica no voy a negarlo, una se enamora de las personas, supongo. Pero aquella mentira pudo más que todo, porque si algo no soporto es que la gente no sea sincera conmigo.

Busqué a Alexia y vi que bailaba con Mario. No le pegaba nada por- que el tío estaba tan hinchado que ella parecía diminuta a su lado. ¡Uy! Justo en ese momento Thiago se había acercado por detrás y les decía algo. Estaba segura de que le molaba Alexia mucho más de lo que él mismo creía. A las pruebas me remito: había ido solo al cine sabiendo que ella estaría allí con su primo y se las había ingeniado para cenar con ellos. Lo que no entendía era por qué no se lanzaba a por ella. También sabía que a Alexia le gustaba, aunque dijera que pasaba de salir en serio con nadie. Y fijo que se tenían ganas... Joderrr, que si se tenían ganas, solo hacía falta ver cómo bailaban en ese momento, aunque no pude ver mucho más porque Mario se acercó a mí.

—¿Y Dani? —preguntó no muy risueño.

—En el baño, ¿todo bien? —le pregunté.

—Sí, sí. ¿Y tú qué tal?

—Bien, sí, bien...

Me miró con interés a los ojos.

—No te noto muy convencida —dijo con un sonrisilla.

—Es que soy una indecisa de la vida —repliqué alzando mis hombros.

—En el chat parecía que os divertíais...

—Pues sí —dije convencida—. ¿Es tímido tu amigo? Mario volvió a reír.

—Para nada, le cuesta arrancar, nada más. Ya sabes que hay que dar para recibir...

Me volví hacia él con los ojos bien abiertos y, cuando le iba a preguntar sobre lo que sospeché en ese momento, apareció Dani a nuestro lado. Mientras charlábamos yo los iba observando a ambos como una auténtica espía rusa.

«No jodas, no jodas...»

Y eso que por el chat ya me había pasado de todo. Al final Alexia tendría razón y tendría que dejar de usar esa mierda de páginas. ¡Bah! ¿Y qué hacía? ¿Se lo decía a ellos o pasaba?

Alexia regresó a nuestro lado cuando yo aún estaba decidiendo qué hacer.

—Petarda, lo siento, Thiago me ha secuestrado...

—Secuestrado, secuestrado... —le dije yo riendo.

—¿Así que solo un amigo? —inquirió Mario delante de ella, esperando una explicación.

—Perdona, Mario —le llamé la atención y me miró a mí—. ¿O debería llamarte Dani?

Aquellos dos paletos se miraron entre ellos y Alexia me contempló desconcertada.

Sí, ese era el resumen: Mario se había hecho pasar por Dani en el chat para que su amigo, el lelo, ligara.

—Eh... esto... —Mario miró a Alexia.

—No necesitamos más explicación que esa —le dijo ella cogiendo mi brazo—. Vosotros os lo perdéis.

Y nos fuimos las dos de allí, muy dignas, sin darnos cuenta de que dos pares de ojos nos seguían con mucho detenimiento.

Los secretos de AlexiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora