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Comimos los tres con una camaradería envidiable: parecíamos amigos de toda la vida y me hicieron sentir tan cómoda que me olvidé de lo poco que me gusta hablar de mí.

—Pues es que no os lo podéis imaginar. Estar allí fue lo más —dije entusiasmada.

Les estaba explicando la vez que estuve en una boda masái.

—Joder, me parece acojonante —dijo Hugo mirándome con admiración—. ¿No te interesaría explicarlo en un vídeo?

—¿Cómo? —le pregunté sin entenderlo. Thiago sonrió.

—Hugo es youtuber. ¿Queréis café?

—Yo no, gracias —respondió Hugo.

—Un café solo —pedí yo buscando mi monedero.

—Invita la casa, novata —me dijo con su media sonrisa antes de irse hacia la barra.

—¿Qué me dices? —insistió Hugo. Lo miré a él.

—¿Lo dices en serio? ¿De qué va tu canal?

—De viajes, aventuras, experiencias y un poco de humor, claro.

Tengo casi quinientos mil seguidores.

—¡Joder! Eso son muchos seguidores.

—Te pagaré —me dijo de inmediato—. Eh, no sé cuánto, pero podría pagarte, ¿no?

Me reí ante su tono.

—No sé, déjame pensarlo. No me gusta que me graben...

—Ni te enterarás. Mira, en mi casa lo tengo bien montado. Nos sentaremos en el sofá y te iré haciendo preguntas para que expliques lo mismo que nos has contado hace un rato.

—Me lo pienso —le dije divertida.

—¿Ya te ha convencido? —preguntó Thiago mientras me daba el café.

—Casi —respondió Hugo sonriendo—. Y podríamos repetir con otras vivencias de tus viajes... Sí, sí, lo veo, lo veo.

Thiago y yo nos echamos a reír.

—No corras tanto, que no te he dicho que sí.

—Vaya, qué raro —comentó Thiago mirándome.

—¿El qué? —pregunté yo.

—¿Alguien que no quiere ser famoso? Eres rara —dijo Thiago bromeando.

Los secretos de AlexiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora