ADRIÁN
—Hola, Leticia...
—Adrián, ¿cómo te encuentras?
—Bien, bien...
El último día que hablamos por Facetime llevaba una buena resaca, pero a mi chica le dije que estaba congestionado. Leticia es un poco tiquismiquis con según qué cosas y no le mola nada que me vaya de juerga con Thiago. Cree que es una mala influencia porque no tiene novia formal y porque le gusta salir de fiesta conmigo.
—¿Y tú? ¿Cómo va por esas tierras? —le pregunté mientras observaba que se había cortado un poco su melena rizada.
—Estoy muy contenta y estoy aprendiendo más que en toda la carrera. Esto es increíble...
Siguió hablando y me explicó todo lo que hacía, dónde iba, con quién iba y no sé cuántas cosas más; tantas que hubo momentos en que desconecté de su monólogo sin darme cuenta. Vinieron a mi mente Lea y Alexia. Aquel par de chicas nos habían troleado de buena mañana y en clase no había dejado de pensar en ellas. ¿Qué mosca les había picado?
Ni Thiago ni yo entendíamos nada. El sábado por la noche Alexia mandó a la mierda a Thiago de repente y sin motivo alguno. Y el lunes por la mañana parecía que los ánimos continuaban igual de caldeados. Por eso, cuando Thiago me propuso ir a la biblioteca y hablar directamente
con Alexia, no me lo pensé dos veces. Alexia me caía bien y Lea..., bue- no, Lea era otro tema.
—Por mí perfecto —le dije a Thiago—. ¿Le digo que salga y lo hablamos los tres?
—No querrá salir —comentó él como si la conociera de siempre.
—¿Entonces?
—Nos sentamos con ella y le escribimos una nota. Lo miré incrédulo.
—¿En plan tengo dieciséis años? —pregunté divertido y sabiendo que funcionaría.
—En plan me muero por saber qué cojones te pasa, nena —respondió Thiago de muy buen humor.
Últimamente estaba más contento de lo normal y yo sabía la razón: Alexia.
No es que Thiago sea un tipo antipático, pero sí que suele ser más formal y serio que el resto, sobre todo cuando no te conoce o no te tiene confianza. En grupos muy reducidos se desmadra un poco más. Supongo que es cuestión de lo que ha mamado en casa. Luego lo ves de fiesta y es otro, porque el alcohol lo desinhibe, está más relajado, más suelto y dice muchas más gilipolleces. Algo como yo en mi estado natural.
—¿Qué te parece? —Mis neuronas me avisaron de que Leticia me estaba preguntando algo.
—¿Y a ti? —respondí inmediatamente.
—Pues no sé, ya te he dicho que si acepto tendría que quedarme en Navidades aquí... y me apetece verte, ver a los míos y a mis amigas...
¿De qué coño hablaba?
—Tienes tiempo de pensarlo —me arriesgué a decir.
—Sí, eso sí. El profesor me ha dicho que tengo hasta la semana que viene para pensármelo. Pero ¿te imaginas? ¿Yo haciendo de profe unos días?
Vale, era eso.
—Quizá deberías decir que sí, es una muy buena oportunidad...
—¿No quieres verme? —preguntó con un punto de mala leche.
—Joder, cielo, no es eso.
Ciertamente era extraño que yo no me quejara ni un poco.
—Además, ya lo hablamos. Un año no es tanto y menos para nosotros...
«Porque lo nuestro es especial...» ¿Lo era? ¿Qué hacía preguntándome eso? Miré la cerveza que me había tomado para ver si estaba caduca- da. Menudas tonterías se me pasaban por la cabeza.
—Lo sé, cari. Te quiero mucho —me dijo más contenta.
—Y yo, cielo.
—¿Y por la uni qué tal? ¿Y tu amigo?
Mira que le costaba llamarlo por su nombre.
—Sin muchas novedades, todo igual que siempre...
«Excepto que he conocido a una chica rubia, de pelo corto que me mira con ganas... Las mismas que siento yo en mi entrepierna por las noches cuando recuerdo alguna de sus miradas...»
Era cierto, me había masturbado pensando en ella. Yo estaba con- vencido de que aquello no era un infidelidad, aunque tampoco era algo que le iba a explicar a Leticia.
Charlamos durante unos veinte minutos más y cuando colgó no me quité de encima la sensación de que me había parecido todo muy forzado. ¿Era yo? Sí, era yo el que había pensado en Lea varias veces mientras charlaba con mi novia.
Debía quitarme a Lea de la cabeza, fuera como fuese.
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Los secretos de Alexia
Teen FictionAlexia sabe lo que es estar hundida, pero está decidida a que nada la pare cuando comienza la universidad con su mejor amiga Lea. Lea siempre ha dicho que no cree en el amor; ¿Qué va a hacer ahora que se le acelera el pulso cada vez que ve a Adrián...