La música era demasiado bonita, la canción era ideal y Thiago me miraba de esa forma tan especial que cualquier otra chica hubiera caído en su tela de araña. Pero yo no era cualquiera.
—No ha sido por azar —le dije seria.
—No, no lo ha sido. —Su tono grave me acarició el cuerpo.
¿Cómo lo hacía? ¿Cómo podía su voz hacerme sentir tanto?
—¿Y puedo saber por qué? Creo que entre tú y yo no hay muy buena sintonía.
Era sincera porque, aunque nuestros cuerpos se buscaran, entre nosotros no había buen rollo. Siempre andábamos a la greña.
De repente, Thiago se acercó despacio hacia mí y me quedé mirando sus ojos verdes como si no hubiera nada más en el mundo. Apoyó su frente en la mía y sentí su exhalación.
—Alexia... Alexia...
Tragué el nudo que tenía en la garganta. Joder, joder..., ¿qué eran esas sensaciones que recorrían mi cuerpo entero? De pies a cabeza...
—Me tienes aturdido...
¿Aturdido?
—Y solo tienes dieciocho años...
Ya estábamos con el rollito de la edad. Separé su frente de la mía y me miró frunciendo el ceño.
—Qué puta manía con los años, ¿no? —le dije de mala leche—.
Probablemente he vivido más cosas que tú, listo.
No lo soportaba. Cualquier palabra sobre la edad me hacía recordar todo lo que había vivido sin siquiera haber cumplido la mayoría de edad. Mi respuesta no tenía carácter sexual, pero él se lo tomó así. Ambos nos separamos, aunque la canción seguía sonando.
—¿Me vas a dar una lista de tus ligues? —preguntó con ironía.
—¿La quieres?
—¿Te paso la mía?
—A mí me da igual tu vida de pijo. Dudo mucho que hayas salido del cascarón.
—¿Te refieres a que no vivo solo como tu «follamigo»?
—No, me refiero a que estoy segura de que no sabes lo que es el mundo real, ese mundo donde no hay piscina, ni papás ricos ni amiguitas despampanantes que te la chupan con desidia.
Se me fue un poco la boca, vale, pero me había puesto de mala uva en dos segundos coma cero. No tenía por qué saber lo que me había sucedido, pero tampoco tenía derecho a tratarme así. Él tampoco planeaba quedarse callado.
—Fíjate, qué vocabulario. ¿Ya sabes qué significa desidia?
Lo miré cabreada. Solo buscaba picarme y al final lo había logrado.
—Vete a la mierda —le dije con desprecio antes de irme de su lado. Me fui a la barra sin mirar atrás. Todavía cantaban Ed Sheeran y Beyoncé y la mayoría había aprovechado para bailar aquella canción bien pegaditos, incluso Gorka estaba bien arrimado a una chica. Genial.
—¿Qué te pongo, preciosa? —preguntó el camarero.
—¿Tienes cianuro?
—¿Cómo dices?
—Nada, un gin-tonic —le respondí de mal humor.
Me guiñó un ojo y me preparó la copa en un santiamén.
—Y un chupito de vodka rojo, vamos.
Me colocó el chupito delante y él tomó el suyo alzándolo para que brindáramos. Lo cogí, le di un golpecito al suyo y ambos nos sonreímos.
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Los secretos de Alexia
Teen FictionAlexia sabe lo que es estar hundida, pero está decidida a que nada la pare cuando comienza la universidad con su mejor amiga Lea. Lea siempre ha dicho que no cree en el amor; ¿Qué va a hacer ahora que se le acelera el pulso cada vez que ve a Adrián...