Nada más acomodarnos en el bar, Nacho se sentó a mi lado en la mesa.
—Voy a por el café —dijo Lea yendo hacia la barra.
—Buenos días, princesa.
—¿Princesa? —le pregunté en un tono nada amistoso.
—Quería hablar contigo —dijo colocando bien su tupé.
—¿Sobre que te acosé el jueves en la fiesta? Arrugó la frente y me miró sin entenderme.
—¿De qué hablas?
—¿No has dicho tú que me tiré encima de ti en plan loba? Observé sus ojos y no vi que mintiera.
—¿Quién coño te ha dicho esa mentira?
—Quizá el coño que te follas.
—¿Gala?
—Vale, ya sé que te tiras a más tías, pero sí, hablo de ese.
—No sé qué te ha dicho, pero probablemente ha salido veneno por su boca porque lo he dejado con ella. El jueves en la fiesta discutimos y lo vi claro.
Nacho calló esperando mi respuesta.
—Pues me alegro por ti porque me había hecho a la idea de que eras más listo.
—Y lo soy —afirmó con seguridad.
—¿Cuándo se lo dijiste? —pregunté por curiosidad.
—El viernes por la tarde quedamos y le dije que no quería seguir con aquel rollete, tampoco éramos pareja, pero lo parecía. Lo parecía demasiado, y cuando en la fiesta me vi tan condicionado por ella, lo tuve clarísimo.
—Pues felicidades —le comenté pensando que la bruja de Gala no le había dicho nada de aquello a su amiga en el baño. Cualquiera que las hubiera oído habría pensado que seguían juntos.
—Gracias, ¿haces algo esta tarde?
—Un consejo, Nachete.
Me acerqué a él y su rostro quedó a cinco centímetros del mío.
—Aquella frase de «A rey muerto, rey puesto» no siempre funciona.
¿Por qué no disfrutas un poco de tu libertad?
Me miró sonriendo y acortó un poco más las distancias.
—¿Y qué te crees que estoy haciendo? No te estoy pidiendo que te cases conmigo.
Solté una risilla.
—¿Sexo? —le pregunté a bocajarro.
—¿En tu casa o en la mía?
Alzó ambas cejas haciendo el idiota y me hizo reír de lo lindo.
—Y ahora en serio, una simple cerveza, princesa.
—Deja de llamarme así o... —le dije echando mi cuerpo hacia atrás. De reojo vi que Thiago nos miraba y mi impulsividad me dominó.
—¿O qué? —preguntó sonriendo.
—O me veré obligada a usar otros métodos. —Nacho reconoció mi tono sensual y se acercó de nuevo hacia mí para tontear.
—¿Ah, sí? ¿Cuáles?
Coloqué mis manos en su cuello y junté mis labios.
—No sé si serás capaz de soportarlo.
—Tú prueba...
Su tono ronco me hizo sentir poderosa y me aseguré de que Thiago estuviera pendiente de nosotros antes de acercarme al oído de Nacho.
—Tú y yo envueltos en sábanas blancas.
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Los secretos de Alexia
Teen FictionAlexia sabe lo que es estar hundida, pero está decidida a que nada la pare cuando comienza la universidad con su mejor amiga Lea. Lea siempre ha dicho que no cree en el amor; ¿Qué va a hacer ahora que se le acelera el pulso cada vez que ve a Adrián...