Mi "Hermana" Anastasia

CAPITULO 20

Christian

—Sarah... ¿Bien y tú?... Necesito que me traigas ropa a Grey House... Mejor no preguntes —dice riéndose—. Gracias, te quiero. —Termina y cuelga.

Le he desgarrado toda la ropa por mi afán de estar dentro de ella. Mi deseo por mi mujer crece cada día, en esto nos entendemos muy bien.

—¿Te quieres bañar, nena? —Levanta las cejas y sonrío—. Mientras esperas tu ropa.

—Está bien, pero no más sexo hasta esta noche.

Que mujer tan rogada.

—¿A qué horas tienes que estar en la oficina?

—En una hora. ¿Por qué?

—Para invitarte a almorzar. Tienes más de dos horas aquí y no probamos comida.

—Está bien. Deja llamo a Roach para que invente alguna excusa para mi supuesto jefe.

—Como desee mi mujer.

Le guiño el ojo y ríe.

Nos metemos al baño que tengo en mi oficina, y por primera vez disfruto de un baño con buen sexo en mi oficina. No fue difícil convencerla. Otra primera vez con mi hermosa mujer.

Al salir ya ha llegado su ropa. Es un vestido negro entallado hasta las rodillas con escote cuadrado sin mangas, unos zapatos de tacón bastante alto, medias con liguero que le queda jodidamente sexy y ya quiero arrancárselos. Quisiera que se quedara así, sólo con las medias y los zapatos toda la tarde, sentada en mi escritorio. Soñar no cuesta y haré que se cumpla... Se peina con una trenza de lado, un poco de maquillaje y está lista. Me encanta su sencillez, no necesita mucho para resaltar su belleza.

—¿Y a donde me vas llevar? —pregunta mientras salimos de la oficina.

—Un restaurante muy cerca de aquí, el cual frecuento cuando tengo tiempo. —Miro a mi asistente y le hablo—. Andrea, cancela mis citas de la tarde y reprográmalas. No vuelvo hasta mañana —dicho esto, nos dirigimos al ascensor para disfrutar de la tarde con mi preciosa mujer.

Mi Mujer.

No sé por qué le dije eso a Elena, pero me gusta cómo suena, porque ella es mía, sólo mía...

Entramos al ascensor y mi deseo por ésta mujer tan hermosa vuelve a crecer. La tomo por la cintura y la atraigo hacia mí.

—Me muero por follarte en un ascensor.

—Que escandaloso, señor Grey —dice mofándose.

—No la veo quejarse, señorita Grey.

Oprimo el botón para detener el ascensor y la beso con fuerza levantando su falda antes de alzarla para que enrede sus piernas en mí. La llevo a una de las paredes metálicas del ascensor sin dejar de besarla, la necesito y deseo estar dentro de ella en todo momento.

—Esto será rápido, nena. Sujétame fuerte.

Bajo una mano a su sexo para sentirla, nunca me decepciona, bajo la bragueta de mi pantalón y aparto sus bragas para entrar en ella. Es tan exquisita, cada vez que estoy con ella me atrae más, me encanta su locura, su dulzura, su fuerza y su fragilidad. Se está volviendo como una droga para mí, la quiero conmigo en todo momento, es una necesidad de la que no quiero escapar.

Mis embestidas son fuertes y rápidas, cuando siento que sus suaves pliegues se contraen alrededor de mi longitud, nos corremos juntos... Como si no hubieras hecho nada en mi oficina o durante nuestro baño.