CAPITULO 26

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Christian

Me despierto con la luz del sol pegando en mi rostro. ¿Me pregunto qué horas serán?

Tomo mi teléfono y niego cuando veo que son las tres de la tarde. Miro a mi lado y mi niña esta aferrada a mí, completamente desnuda, al igual que yo, nuestras piernas entrelazadas y su medio cuerpo encima del mío. Se siente tan cálida y suave, tan hermosa. La aprieto contra mi cuerpo y aspiro su delicioso olor, ese olor que tanto me gusta y me calma.

Por lo menos pudo dormir luego de hacerle el amor.

Siento que se remueve y levanta su bello rostro para mirarme, se ve mucho mas tranquila que anoche. Amo esa sonrisa, lo amo todo de ella.

—Buenos días, mi amor —le digo y ensancha aún más su sonrisa.

Me jala y me besa, sonrío antes de corresponder su beso. Se sube a horcajadas mías quedando frente a frente, mirándonos fijamente. La tomo por la nuca y esta vez soy yo quien la besa. Bajo mi mano rozando su sexo y gruño al notar que ya está lista para mí, me encanta como su cuerpo responde al mío. Solo un toque de ella hace que me ponga duro, es algo que solo ella puede hacer.

Tomo uno de mis paquetes plateados y lo pongo en mi longitud. La levanto por las caderas y entro en ella con suavidad, invadiendo hasta lo último de ella, introduciendo hasta lo último de mí en su exquisito cuerpo.

La guío con movimientos de arriba a abajo, con suavidad, disfrutándola entera. Empieza a moverse más rápido, pero la detengo. La escucho gruñir y la beso.

—No seas malo, Christian.

—Tranquila, nena. Sólo deseo sentirte completamente mía. Te deseo tanto.

La vuelvo a besar, devorándola. Volvemos al ritmo anterior y bajo a sus pechos, me encanta tenerlos en mi boca. La escucho gemir y gritar de placer mientras jala mi cabello, placer que sólo me pertenece a mí. Siento su sexo contraerse sobre mi polla y ya no aguanto más. Hago mis embestidas más rápidas y fuertes hasta que la escucho gritar mi nombre arqueando su espalda, dos embestidas más y me vacío en ella de una manera gloriosa.

Apoya su frente contra la mía y nos quedamos así mientras recuperamos nuestras respiraciones. Salgo de ella y me quito el preservativo odiándolo cada vez más. Prefiero sentirlo todo de ella. La abrazo y la beso, no me importa lo sudados que estamos.

—¿Qué piensas hacer ahora, Ana?

Me abraza y me maldigo por tener que tocar este tema en este momento, pero sé que es necesario.

—No sé. No sé qué hacer. Me quitaron a Lucy, a mi amiga... a mi hermana.

Vuelve a llorar. No sé qué decir, solo puedo abrazarla y brindarle mi apoyo.

—¿Por qué no se vienen todos al Escala? Desde aquí es más fácil manejar la seguridad. Después de todo tienes un piso aquí.

—Tienes razón. Tengo que ir a la casa y hablar con Sarah.

—No. Será mejor que yo vaya. En caso de que te hayan perdido la pista, no creerán que estas aquí.

—Está bien —dice rendida.

—Voy a traerte algo de comer, báñate y ya vuelvo.

Voy al segundo piso por ropa de Ana y voy con Taylor para saber si hay alguna novedad, sean de Elena o del tal Adam. Hasta el momento no hay indicios de ninguno, eso me preocupa, y más de Elena. No sé qué será lo que quiere esa bruja. Le indico a Taylor que saldremos en una hora a casa de mi niña y asiente rápidamente.

Voy a la cocina por algo de comida que Gail nos ha preparado, sobre todo para Ana, que no ha comido en dos días, me pregunta por Ana y queda tranquila, aún más sabiendo que está de vuelta en casa. Voy a la habitación con la ropa y la bandeja. Al entrar, la veo salir del baño con solo una toalla cubriendo su hermoso cuerpo.

Nos sentamos en la cama y la hago comer, no la dejo levantar hasta que termine todo. Pero me tiene enfermo, solo tiene puesta la toalla. Se da cuenta que la miro con deseo, veo que se muerde el labio y aparto todo. Me abalanzo sobre ella y me apodero de sus suaves labios.

Jalo la toalla y queda totalmente expuesta a mí. Bajo lentamente a sus lindos pechos, veo como se retuerce ante mis caricias. La vuelvo poseer completa, completamente mía. La extrañé demasiado.

—Christian.

—Dime.

Le doy pequeños besos en su cabeza.

—¿Por qué la echaste?

Frunzo el ceño al comprender su pregunta.

—¿A quién eché?

—A la sumisa.

Me tenso inmediatamente, Ana vio eso. Por poco meto a Susana aquí, y mi niña ha presenciado eso.

—¿Ya estabas aquí?

—Si. Lo siento.

—Ya te he dicho que no me importa. Este es tu lugar, aquí conmigo. —Tomo aire para responder su pregunta—. Vino enviada por Elena...

—Eso lo escuche, pero me pareció más una excusa de tu parte. Pudiste haberla tenido a pesar de eso y luego deshacerte de ella.

—La eché porque no la necesito. Todo lo que necesito es a ti. Volver a eso sería como volver a caer en un abismo, uno del que me salvaste cuando apareciste en mi vida poniéndola de cabeza.

—Te amo —dice con nuevas lágrimas.

—Y yo a ti, preciosa. Ahora descansa, debes reponer energías para enfrentar lo que se nos viene encima. Iré con Taylor por tus amigos y ya resolveremos que hacer. Por cierto. Taylor esta con los nervios de punta porque no sabe cómo te has movido por el apartamento sin que nadie se percate de tu presencia.

—Sarah me ha enseñado bien.

—Esto es serio, Ana. Necesitamos saber los puntos vulnerables de nuestro apartamento. Si no, ¿cómo podré protegerte?

—¿Nuestro apartamento?

—Si Ana, nuestro... Ahora responde.

—Simplemente hay muchos puntos ciegos en las cámaras.

—Está bien —contesto frunciendo el ceño. Parece que Taylor tendrá bastante con lo que trabajar—. Ahora duerme y descansa.

Le doy un beso en la sien y veo como se relaja.

Una vez mi niña está dormida, voy a cambiarme para hacerle una visita a los amigos de Ana, y podamos resolver juntos de una vez por toda la situación de ellos. Si algo les llegara a pasar, mi niña quedaría devastada. ¿Y mi familia?

No había pensado en que ellos también corren peligro, necesito resolver eso ya mismo. Esto es lo que tanto quiso evitar Ana ocultándose, alejándose de mi familia.

Mi "Hermana" AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora