CAPITULO 7

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Anastasia

Estoy temblando como una hoja desde que escuché su declaración.  Sé que soy una mujer fuerte y no muy fácil de impresionar, pero ver a este hombre desnudarse es todo un espectáculo, es todo un dios griego.  Me mira con expresión dulce y me pregunta si tomo algún anticonceptivo, a lo que niego.  Pues es obvio ya que ésta será mi primera vez.

Saca una caja de condones, se ve que siempre está preparado.  Trato de concentrarme para no pensar en lo que no debo.  Se acerca a mí despacio mirándome fijamente. Oh, cuanto deseo a este hombre.

⎯¿Tienes idea de lo mucho que te deseo, Ana? ⎯susurra.

No puedo apartar mis ojos de los suyos y me estremezco cuando me pasa suavemente los dedos por la mejilla hasta el mentón.  Me desviste lentamente, y siento que es una tortura cada vez que roza mi piel.  Quedo en sujetador y bragas.

⎯Tienes una piel preciosa, quiero besarla milímetro a milímetro.

Mete sus manos entre mis cabellos y me besa.  Es un beso muy persuasivo y demandante.  Baja una mano para pegarme más a él y siento su gran erección en mi vientre.  Gimo, apenas puedo resistir las desenfrenadas sensaciones que devastan mi cuerpo.  Subo mis manos hasta su cabello alborotado y tiro suavemente de él, Christian gime y me encanta saber que también puedo hacerlo enloquecer.  Me conduce hasta la cama, me acuesta suavemente y se arrodilla, besa mi cintura antes de seguir bajando besando y mordisqueando mi cadera provocando que gima más fuerte.  Esto es una dulce tortura.

Baja hasta el vértice entre mis muslos y lo siento en mi sexo.

⎯Hueles muy bien ⎯murmura.

Cierra los ojos, con expresión de puro placer.  Me besa la parte interna de los muslos y siento corrientazos que recorren mi cuerpo, me está volviendo loca.  Se levanta y me observa con expresión impenetrable, se cierne sobre mí y me besa mientras me desabrocha el sujetador y lo retira.  Acaricia mis pechos y baja lentamente su mano haciéndome cosquillas, hasta mi sexo y masajea mi clítoris.  Arqueo mi cuerpo tratando de liberar un poco las sensaciones, ya no puedo más.  Christian mete un dedo en mi sexo, pero esta vez es más delicado a como lo hizo en el ascensor y mueve adentro y afuera lentamente, estallo en un orgasmo gritando su nombre pocos minutos después.

Christian se quita el bóxer y libera su erección, que grande, miro sus ojos llenos de lujuria, todavía tengo la respiración agitada por mi reciente orgasmos, abre mis piernas y se arrodilla, abre el paquetico plateado y se pone el condón antes de acostarse sobre mí y me besa.

⎯Levanta las rodillas, Anastasia ⎯Obedezco.

Y entra suave y lentamente en mí.

Grito entre dientes hasta que está totalmente dentro de mí sin dejar de empujar dentro de mí.

Se queda quieto y me pide que lo mire a los ojos.  Hago lo que pide y sonrío al ver su expresión deseosa.  Asiento para que sepa que todo está bien y me estremezco cuando empieza a moverse adentro y afuera lentamente.

⎯Se está tan bien dentro de ti ⎯gime.

Empiezo a temblar y él para, me está torturando.

⎯Quiero que esto dure, nena ⎯murmura y empieza a moverse nuevamente dulce y pausado⎯. Eres mía nena.  Solo mía...

⎯Más rápido Christian, por favor ⎯suplico

Christian aumenta el ritmo y su respiración se vuelve irregular acompasando la mía.

⎯Eres... tan... dulce ⎯murmura al ritmo de las embestidas⎯. Te... deseo... tanto...

Gimo cada vez más fuerte sintiendo como me aproximo a un abismo del que literalmente quiero saltar.

⎯Eres... mía... Córrete para mí, nena ⎯ruge

Esas palabras me lanzan al precipicio.  Siento mi cuerpo convulsionar y me libera.  Christian embiste dos veces más y se deja ir, se desploma sobre mi cuerpo con la cara hundida en mi cabello.

⎯Joder, Ana ⎯jadea y me siento complacida.

Se retira con la misma suavidad sin apartar nuestras miradas y rueda sobre la cama.  Sonrío para él, pero esas marcar de cicatrices en su pecho no han pasado desapercibidas para mí.  Lucy tiene un par en su brazo gracias a su padre.  No quiero imaginar quien le ha podido hacer algo semejante.  Ahora entiendo por qué sujetó mis brazos para que no lo tocara.

Suspiro, pero no por pesar.  Él no lo necesita.

Me obliga a dar vuelta y me abraza por la espalda.  Y al momento me sumerjo en un sueño profundo.

[...]

Despierto con hambre y me levanto estirando mi cuerpo como un gato gordo y perezoso, miro la hora y apenas son las nueve de la noche.  Me levanto para ir al baño y al salir ya Christian está despierto con un pantalón de pijama y yo tengo puesta una de sus camisetas.  Me tira hacia él y me besa, mete sus manos debajo de la camiseta, mi cuerpo cede a sus caricias estremeciéndose tal y como lo ha hecho desde hace unas horas y vuelve a hacerme suya una vez más.

Esto me encanta.

Quizás pueda parecer algo enfermo si decimos que somos hermanos.  Pero nunca crecimos juntos y no tenemos la misma sangre.  Solo compartimos a nuestros padres y hermanos.  Nada más.

⎯Tengo hambre ⎯susurro sobre sus labios cuando por fin logro estabilizar mi respiración gracias al alucinante orgasmo que lo tiene orgulloso.  Su poco disimulada sonrisa lo demuestra.

⎯¿Quieres salir?

⎯Sí, me gustaría mucho. ⎯Vuelve a besarme y sonrío.

⎯Ve a cambiarte. ⎯Un último beso y me levanto obligada por él.

Subo a mi habitación tratando de no saltar por el leve dolor en mi entrepierna, para cambiarme.  No debería, pero eso me hace sonreír.  Al bajar a encontrarme con mi dios griego, me doy cuenta de que tiene visita.  Christian me mira dibujando una pequeña sonrisa en su rostro e ignorando a la mujer que acaba de llegar y me invita a acercarme a él despreocupado.

Este es hombre es especial, a pesar de esos gustos en los que se quiere aferrar.


Christian

Estoy en el salón esperando a Ana y recordando lo que hicimos esta tarde.  Sexo vainilla.  Algo nuevo para mí y debo decir que no es como lo imaginé.  Para nada aburrido, sobre todo al ver esos gestos en Ana que me excitaban aún más.  Sentir como su frágil cuerpo se retorcía por mis caricias.  Creo que puedo encontrarle gusto a esto.  Solo por ella.

No pude permitirle que me tocara y fue incómodo cuando miró mi pecho.  Pero le agradezco que no halla mencionado nada.

Taylor aparece para avisarme que Elena está subiendo y ruedo los ojos.  

¿Qué diablos quiere ahora?

Yo sólo quiero estar a solas con Ana.  Creo que no debí decirle que saliéramos.  Pude perfectamente alimentarla en mi cama.

Joder.  Es la primera mujer que yace en ella y me encantó.  El aroma de su cabello quedó impregnado en mi almohada y no pude evitar olfatearla como un jodido enfermo acosador.

Llega Elena vestida como usualmente lo hace, con un vestido negro bastante ceñido a su escultural cuerpo, lo cual se me empieza a hacer aburrido.  Me dirijo hacia ella y le doy un beso en la mejilla apartándome enseguida cuando siento unos pasos y veo a Ana bajar, lleva un vaquero blanco que le queda demasiado bien, una camiseta hasta la cadera de color gris, un buzo de lana de un gris más oscuro y unos Louboutin rojos.  Esto sí es una mujer muy sexy.

Y es jodidamente mía.

⎯Ana ⎯digo extendiéndole la mano para que se acerque.  Ya me hace falta sentirla.

Elena nos mira extrañada.

⎯Elena, te presento a Anastasia, mi hermana. ⎯Oculto una sonrisa al ver la sorpresa en sus ojos.

⎯¿Hermana?... ⎯Posa sus largas uñas rojas que una vez me causaron dolor, en su barbilla y exclama⎯.  Cierto.  Ella es la niña que se escapó porque odiaba a tus padres.

Frunzo el ceño, pero la mujer me ignora.  No me gusta como mira a mi chica.

Anastasia no dice nada, pero su rostro no muestra emoción alguna.  Parece más bien aburrida y eso me divierte.  Mi chica es de armas tomar y no se dejará intimidar.  Ni siquiera por una mujer tan imponente como Elena Lincoln.

Mi "Hermana" AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora