Queens Of Noise || Moreau's ©

24. Slipping Throw My Fingers

📍 18 de Septiembre de 2021 | Los Ángeles, USA.

Vega P.O.V.:

Subí cada escalón con cuidado con la decisión ya tomada en mi mente. Miré por encima de mi hombro y todos estaban concentrados escuchando a mi tía Elena hablar.

Nadie se daría cuenta que me fui por unos segundos.

Caminé no por el pasillo de la izquierda que me daría paso a los 3 cuartos de mi madre, Sara y mío, sino a la derecha donde estaban los otros tres cuartos: de invitados y el de él.

Le gustaba justo ahi porque podía hacer una algarabía en esa ala y no molestaría a mami, lo sabía porque me lo había dicho muchas veces.

Con cuidado, me dirigí hasta la puerta que reconocía muy bien de quien era, a lo que puse la mano en el pomo con tímidez. ¿Estaría bien, solo echarle un vistazo otra vez?

Hazlo...

Suspiré, abriendo la puerta y dejando ver un ordenado cuarto con colores azules y negros. Justo como a él le gustaba. Cerré la puerta tras mis espaldas y admiré con detalle todo lo que estaba en su sitio y la sorpresiva inexistencia de polvo en este sitio. Parecía como si él siguiera aqui.

Revisé por encima, el escritorio con lápices de todos tamaños en una taza, hojas sueltas apiladas una detrás de otras que la sostenía una caracola de mar que sabía su procedencia. Parque Nacional Mochima.

Evaluna casi que lo entro a coñazos enfrente de todo el mundo cuando lo encontro con la caracola en el bolso. Fue divertido.

Sonreí nostálgica por uno de los recuerdos felices antes de que hubiera desaparecido por un par de años por mi fascinante decisión a los 18, a lo que sacudí mi cabeza para alejar esos pensamientos negativos. Dedique solo mi atención a las cosas que seguían aqui con memorias pasadas.

Su biblioteca que eran dos repisas al lado de su closet, seguía en el mismo orden que vi hacía una navidades atrás. La saga de Harry Potter con el Caliz de Fuego, Prisionero de Azkaban de primeras y luego los otros libros de la misma; un pequeño cuadernillo pentagramado que separaba los de fantasía y realidad, donde el del Caballero de la Armadura Oxidada de Robert Fisher encabezaba la lista, luego uno que me sacó la sonrisa atontada ya que sabía su motivo de estar aqui.

Mi libro del Principito.

Saqué el ejemplar con cuidado, y me alivié de que aún estuviera intacto como la primera vez que lo tuve en mis manos a los 6 años. Ahora todo tenía sentido de su desaparición cuando tenía 18.

Revisé cada páginas y las anotaciones de esa letra rápida y horrorosa que solo la entendía las personas con paciencia, se leían en sus esquinas. Suspiré con suavidad al ver el desgaste de la caligrafía. Años y años pasaba, era normal.