1- Como la lluvia

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Diciembre de 1997

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Diciembre de 1997

El sentir que alguien nos quiere o nos protege puede generar calidez en el corazón, pero a veces nos cegamos aun sabiendo que es algo a medias que recibimos del resto, mereces que alguien te dé lo mejor de sí mismo, no lo que le sobra.

—¿No sientes frío?

—Estoy esperando a alguien.

—Llevas casi toda la tarde en este lugar, puedes coger un resfriado.

—Estaré bien, estoy segura de que él vendrá, siempre lo ha hecho.

Sonrió al ver como aquella mujer mayor se aleja, mientras me entrega un paraguas, lo cierro y me siento en el columpio de aquel parque, mi vestido está empapado al igual que todo en mí, pero yo aún quiero quedarme aquí.

—¿Cuánto tardarás en volver esta vez? —Pregunto al aire bajando la mirada. —No importa, te voy a esperar.

—Debes volver a casa—Alzo la cabeza molesta al escuchar esa voz masculina algo extraña, por la neblina de esta tarde, no logro ver el rostro de aquella persona de pie delante de mí, el paraguas que sostiene sobre mí me hace observarlo en silencio.

La luz de un auto que pasa muy cerca, lo ilumina delante de mí y la capucha de su suéter se desliza de su cabeza, dejando a la vista su cabello castaño un poco largo, ambos continuamos observándonos en silencio.

—¿Quién eres? —Pregunto en un hilo de voz, no contesta, solo continua observándome. Aunque no logro distinguir su rostro, si siento su mirada sobre mí, el cielo comienza a aclararse y las nubes se dispersan. El chico delante de mí cierra el paraguas y colocó su mano sobre mi cabello.

—Ve a casa—Susurra, lo observé alejarse y por alguna razón mi respiración se acelera, vestía de negro y  corrió por aquella pista aún mojada por la incesante lluvia.

—¡Es un arcoíris, mamá! —Giro la mirada al escuchar la voz chillona, una niña camina de la mano con su madre y ambas observan con una sonrisa hacia el cielo.

Los rayos del sol irradian con fuerza, alzo mi mano tratando de cubrir mis ojos para ver ello que capta la atención de muchas personas, un arcoíris brilla con intensidad, pero por alguna razón volví a observar hacia donde aquel chico se alejó, pero ya no estaba.

—Ariana despierta—Me remuevo en mi cama—Ari, tienes que desayunar—Escucho un susurro cerca de mis odios, aunque me incomoda, quiero volver a ese sueño tan bonito y extraño.

—¡Ariana! —Escucho un grito cerca de mis oídos y muevo mis manos en distintas direcciones tratando de callarlo—¡Auch! —Abro los ojos espantada al escuchar ese quejido. Observo mis sabanas rosas que me cubren y las paredes blancas de mi habitación me traen devuelta a la realidad.

—¿Y el quejido? —Pregunto frotando mis ojos.

—Aquí abajo—Cubro mis labios al escuchar esa voz con más claridad, bajo la mirada sentándome en mi cama, un chico de cabello azabache está tirado en el piso frotando su mejilla—¿Practicas defensa personal o te reclutaron en el servicio militar? —Pregunta con ironía, agarro mi almohada ofendida y él se coloca de pie aun observándome con recelo.

A segunda vistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora