2-Dos amigas.

99 15 52
                                    

La amistad es el tesoro más valioso que alguien puede brindarnos, más cuando esta se cultiva con los años, mostrándonos su lealtad y su confianza, tratando de abrirnos los ojos cuando estamos equivocados y apoyando nuestras locuras, ese tipo de am...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La amistad es el tesoro más valioso que alguien puede brindarnos, más cuando esta se cultiva con los años, mostrándonos su lealtad y su confianza, tratando de abrirnos los ojos cuando estamos equivocados y apoyando nuestras locuras, ese tipo de amistades son las que más debemos cuidar.

Mi sonrisa es amplia frente al espejo de mi habitación y en la radio de mi casa resuena aquella emisora de Rock and pop que me encanta tanto.

Pero aquella pregunta que me hizo Enrique a primera hora de la mañana, aún sigue resonando en mi mente, mucho más cuando mi respuesta fue una negativa, lo que hizo que se fuera de la misma forma en como llego.

Niego con la cabeza tratando de centrarme en mí, luego tendré tiempo de conversar con él.

—"Pero sentí un amor que me miraba, concho de vino, el pelo, delgada, ojos de caramelo, dicen que el amor es todo un proceso, yo te juro que es mentira, mi alma la amo en ese momento"—Abro las puertas de mi armario aun coreando aquella canción de pedro Suárez Vértiz, comienzo a sacar prendas de vestir y me lo pruebo frente al espejo.

Escucho el solo de guitarra de aquella canción y comienzo a bailar con la escoba que está al lado de mi cama.

Continúo bailando y saltando. Opto por colocarme un top blanco y sobre este un vestido jardinero, unos calcetines amarillos con rayas rojos en la parte superior y unas zapatillas blancas superstar.

Me acerco a mi espejo tocador y me coloco una vincha de tela de flores en el cabello y lo sujeto con pequeños clips de colores. Me aplico un poco de maquillaje sobre el rostro y salgo de mi habitación aun bailando.

Bajo las escaleras hasta el primer piso, comienzo a prepararme algo ligero, aunque estoy acostumbrada a desayunar, almorzar y cenar sola, aun así, es deprimente, aunque eso cambia cuando Enrique viene de improviso, pero a veces se pone pesado como esta mañana.

—¡Ese idiota! —Me desquito con el pedazo de pollo, clavándole el cuchillo. Comienzo a picarlo en pedazos pequeños mientras hago lo mismo con algunas verduras que halle, entre trabajar a medio tiempo y el buscar otro trabajo para el resto del día, no me dio tiempo de pasar por lo que falta en la despensa, aunque la realidad de mi país ahora tampoco es buena.

Suspiro agobiada, pero al instante niego con la cabeza. Acomodo mi cabello tratando de no ensuciarlo mientras limpio la cocina frente a mí, pequeña y algo viejo de color celeste con pequeñas puertas en la parte inferior.

—Esto huele terrible—Susurro, lavo mis manos y enciendo la televisión, le doy ligeros golpecitos al escuchar un ruido sordo por la falta de señal.

—Genial, se va a descomponer otra vez. —Luego de unos minutos logro ver algunos colores en la pantalla.

Comienzo a manipular los controles en la parte inferior mientras aumento el volumen. Me siento en la silla de madera y cruzo los brazos observando la noticia.

A segunda vistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora