7. Mágico atardecer

70 13 46
                                    

Dicen que la vida es un suspiro corto, jamás sabes cuanto más podrás seguir viviendo, por ello debes disfrutar cada día como si fuera el último, mostrando tu sinceridad y cuidando no guardar tu opinión, solo haciéndote escuchar para que no tengas ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dicen que la vida es un suspiro corto, jamás sabes cuanto más podrás seguir viviendo, por ello debes disfrutar cada día como si fuera el último, mostrando tu sinceridad y cuidando no guardar tu opinión, solo haciéndote escuchar para que no tengas arrepentimientos.

— ¡Está lleno oye, hasta donde seguirás subiendo, avanza! —Cubro mis oídos ante los gritos de los pasajeros de la parte posterior del bus, pero este pasa un bache haciendo que casi pierda el equilibrio por estar de pie.

—Sostente con cuidado, debimos esperar otro bus—Susurra Enrique, niego con la cabeza sosteniéndome del asiento.

—No hagas coraje, aparte no está tan lleno—Respondo observándolo, él está de pie a mi lado, pero en ese momento el autobús se detiene y más personas suben haciendo que incluso el respirar sea complicado—Retiro lo dicho—Indico a dudas penas, muchos hombres adultos comienzan a empujar tratando de pasar a la parte posterior que, aunque también está repleta, el cobrador sigue indicando que avancen.

— ¡Carajo maneja bien, no llevas costales de papas, hay personas aquí! —Ahora es una mujer mayor desde su asiento la que grita, haciendo que todos comencemos a quejarnos ante el silencio del conductor y cobrador.

Luego de más de dos horas recién logramos ver no muy lejos un paradero cercano, según Franco, al parecer él solía trabajar por aquí los fines de semana con su padre el verano pasado.

— ¡Estamos bajando! —Chilla Miriam cuando tratamos de bajar los cinco, pero el conductor trata de avanzar cuando aún no terminamos de descender del autobús. —¡Idiota! —Mi mejor amiga le lanza una envoltura de un dulce que recoge del piso al cobrador antes de que este subo al autobús.

—¡Que te pasa mocosa! —Esta alza la voz ofendiendo a mi mejor amiga.

— ¡Retírate no más, cuidado con tus palabras! —Cubro mis labios cuando Mauro le responde al cobrador y Franco sostiene de los hombros a Miriam y la coloco detrás de él.

— ¿Estás bien? —Me giro al ver que Mauro la observa preocupado y Franco lo imita.

—Está bastante bien—Respondo jalándola del brazo y ambos desvían la mirada. — ¡Esto está repleto!—Exclamo al ver como en solo unos segundos miles de personas comienzan a bajar por el malecón frente a nosotros y miles de autos entre particulares y buses populares se estacionan muy cerca de nosotros, jóvenes, adultos y algunos niños corren a toda prisa.

—Es normal, no es cualquiera, ¡Es Pedro Suárez Vertiz!—Exclama Franco y Miriam lo abraza gritando emocionada, asiento al igual que Enrique y Mauro, sin pensarlo mucho, nos sumamos como podemos a la multitud tratando de encontrar el camino menos complejo que nos lleve a orillas del mar.

Muchos vendedores ambulantes que no dejan de gritar vendiendo productos del cantante. En cuestión de minutos todo el lugar está repleto, al menos logramos estar al centro, pero detrás de nosotros todos se empujaban y el cantante aún no hace acto de presencia, pero la tarima donde cantara, al igual que los instrumentos y los micrófonos yacían conectados y resguardados por muchos guardias de seguridad y policías que custodiaban desde el malecón.

A segunda vistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora