15: Demasiado irreal

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Cuando dejamos todo lo malo atrás y nos centramos en el presente, nuevas oportunidades comienzan a asomarse en nuestro día a día y con ello nuevas emociones que aun se sientan irreales, están ocurriendo y eso es lo mínimo que merecemos

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Cuando dejamos todo lo malo atrás y nos centramos en el presente, nuevas oportunidades comienzan a asomarse en nuestro día a día y con ello nuevas emociones que aun se sientan irreales, están ocurriendo y eso es lo mínimo que merecemos.

Gustavo y yo descendemos del autobús y comenzamos a caminar por el camino de tierra en absoluto silencio. Las flores rosadas, moradas y blancas que ambos llevamos solían ser las favoritas de mi hermana.

Ambos nos ponemos de cuclillas cuando estamos frente a su Lapida. Gustavo se coloca de pie luego de colocar las flores y yo me mantengo aun en mi posición.

—Te prometí que vendría todos los años, solía hacerlo cuando me sentía triste o ya no sabia como continuar con mi vida—Confieso y mis ojos se humedecen. —Pero esta vez es diferente. —Me giro y mi novio me observa con cierta nostalgia.

Le hago señas para que se acerca y me sonríe colocando su mano en mi hombro.

—Tú ya lo conoces, solías hablar de él con mucha admiración y yo me sentía agradecida por ese ángel que te había cuidado. —Apoyo mi cabeza en el hombro de Gustavo y el acaricia mi mano. —Pero esta vez lo he traído para presentártelo. Ahora es mi novio.

—Mi ángel tiene razón, me dio la gran oportunidad que estar a su lado. —Lo observo enternecida. —Me hubiera gustado agradecerte tantas cosas, pero el destino no nos dio la oportunidad. Por eso hoy te digo gracias, te confieso algo, si es tal y como la describías—Lo observo confundida pero el sonríe tímido.

—¿Qué dijo sobre mí? —Pregunto extrañada, pero él encoge los hombros entre risas—Bien, que sea el secreto de ambos—Indico y vuelvo a observar la tumba de mi hermana.

—Te lo contare de camino a casa, lo prometo. —Asiento y ambos nos abrazamos.

Los minutos en el campo santo, las risas y conversar con mi hermana tratando de imaginar lo que ella nos respondería sin duda fue un momento nostálgico y ameno.

¿Quién podría imaginar que desde antes de conocernos ya teníamos lazos que nos unían?

Es increíble la manera en como la vida puede sorprendernos incluso con los detalles pequeños.

—¿Ya nos vamos? —Pregunto dirigiéndonos a la puerta de entrada y Gustavo me mira sonriendo—Creí que querías visitar a otras personas.

—Si, pero... son muchas emociones por hoy, en otra oportunidad vendremos, mis padres descansan aquí, quiero que cuando te conozcan sea especial y no sorpresivo como en esta ocasión. ¿Estas molesta por eso?

—No, ni un poco, gracias por seguir confiando en mí. —Lo abrace con fuerza y el beso mi frente sonriéndome. —Deberíamos apresurarnos o Miriam y Franco se molestarán con nosotros.

—Tienes razón, ya esta por anochecer—Asiento y ambos corremos hasta la parada del autobús. 

Media hora después logramos llegar a nuestro vecindario. La gran cantidad de personas reunidas en la plaza principal nos hizo observarnos confundidos.

A segunda vistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora