Capítulo 1: Invocación.

246 28 3
                                    


¿Podía uno de los demonios más fuertes de Inférnum sentir que no tenía un propósito claro en la vida?

Pues ahí se encontraba él, el denominado "demonio de los cuervos", o "Corvus" como sus invocadores le llamaban. Un ser tan poderoso, que manejaba casi en su totalidad el monopolio de los tratos con los mortales, con más de millones de almas a su favor. El favorito de Lucifer, el empleado del mes, o como los humanos le llamaran a uno de los trabajadores con mayor rendimiento y desempeño en su labor.

Aun así, a pesar de su éxito, se sentía vacío, sin propósito, cansado de la monótona rutina en la que se había vuelto su vida. Su corta vida. Porque si, "Corvus", era mucho más joven de lo que aparentaba, a diferencia de sus colegas demoníacos, odiaba agregar años a su juventud. Era cierto que entre más viejo el demonio, más experiencia y respeto representaba, pero él no tenía nada que envidiarle a los más ancianos. A sus cortos diecinueve años, ya había conseguido lo máximo que la vida demoníaca podía otorgarle ¿Qué le quedaba? Derrocar al jefe de jefes, tal vez, pero la política no era lo suyo, y Lucifer era de su agrado.

Sin embargo, era un demonio tan respetado que incluso tenía empleados a su favor que realizaban su trabajo, demonios menores, que le representaban en el mundo humano, dado que se había hecho tan popular entre los mortales, que no podía acudir a tantas invocaciones de forma instantánea, por lo tanto, era tener asistentes o partirse en varios pedazos, la primera opción era la que mejor sonaba para él.

Aun así, de vez en cuando acudía a los llamados de los invocadores, cuando existían deseos que potencialmente podrían interesarle, y sacarle un rato de su monótona vida. Pero los humanos siempre terminaban siendo predecibles "Quiero que él/ella me ame" "Quiero ser millonario" "Quiero ser famoso" Eran los deseos que más se repetían, no eran para nada creativos, y eso le aburría de sobre manera.

No sabe concretamente por qué decidió ir en persona aquel día y cumplir aquel deseo mundano. Tal vez podría culpar al aburrimiento o porque no tenía nada mejor que hacer, pero terminó asistiendo.

El invocador se llamaba Dante Miles, quizás eso llamó su atención, porque el muy idiota uso su nombre verdadero en vez de un seudónimo a la hora de convocarlo. Un primerizo total, aunque prefería eso, a nombres empalagosos y nada creativos como "sombra nocturna". La sola mención de aquellos seudónimos "oscuros" le daban náuseas.

El pelirrojo parpadeó con sorpresa cuando la vio salir del pentagrama de invocación, un método arcaico, por cierto, en la actualidad tenían mejores herramientas para viajar entre las dimensiones, pero por alguna razón los mortales preferían este método, era más misterioso y ceremonial.

La velas del lugar se apagaron por un momento y luego volvieron a encenderse, mostrando la forma "mortal" del demonio, solían tomar formas similares a sus invocadores, para hacer la experiencia más... amigable.

La forma que tomó su cuerpo aquella vez fue la de una joven de cabellos negros, piel clara y ojos atrayentemente azules, que eran cubiertos parcialmente por una hermosa y exótica mascara de plumas negras. Todos sabían que "Corvus" jamás mostraba su rostro, y aquello le había mantenido alejado de muchos problemas.

— Dante Miles, dime tu deseo— Solicitó con voz hechizante— A cambio de este me darás algo importante.

— Wou, wou, wou... — El chico de cabellos rojizos expresó sorprendido, "ella" era realmente hermosa— ¿Eres real?

No podía creerlo ¿De verdad aquello había funcionado? ¿Había invocado a un demonio?

Corvus resopló frustrado, aquel era un simple novato que había tenido suerte en su primer hechizo. Debió enviar a un asistente en su lugar, arrepintiéndose de inmediato de asistir.

— Soy real— Extendió su mano como prueba, para que el chico pudiera tocarle y comprobar que aquello no era un sueño.

Dante interpretó mal la señal, y tomando la mano del demonio, le dio un amistoso apretón a modo de saludo, agitando su brazo.

— Es para mí un gusto conocerte demonio ¿Puedo llamarte así? ¿Demonio? ¿O tienes un nombre?

— Claro que tengo un nombre— Soltó casi ofendido— Mi nombre es Corvus ¿Qué no sabes eso? Es muy grosero invocar a alguien y no saber su nombre.

— ¿Corvus? ¿No es nombre de chico?

— ¿Prefieres a un hombre entonces? — Él se cruzó de brazos, dejando atrás su apariencia femenina encantadora, por lo general tomaba esa forma ante invocadores masculinos, lo que hacía las cosas más fáciles a la hora de manipularlos.

Cabello negro, corto y desordenado, ojos azules igual de atrayentes, su forma masculina no difería mucho de la femenina, era un mero cambio de atributos, conservando su delgadez. Aunque siempre había estado más cómodo con su lado más varonil.

Dante parpadeó ante el cambio, sorprendido, así que de esto eran capaces los demonios.

— Oh, no, lo siento, no quise ofenderte, es la primera vez que hago esto, encontré un libro extraño hace una semana, y quise probar ¡Y funcionó! No puedo creerlo. Y aclaró que no tengo nada en contra de que seas una chica o un chico— Agregó rápidamente nervioso.

Corvus sonrió, su balbuceo era algo adorable, aunque claramente el humano no era de su tipo. Ahora que lo pensaba, el chico no tenía la apariencia de un típico seguidor de culto, a excepción de su chaqueta, su ropa no era negra y no tenía exceso de perforaciones en su cara, tatuajes en su cuerpo, o accesorios con púas. No parecía el típico estereotipo gótico satánico adorador de Lucifer, lo que era innecesario, el jefe no estaba interesado en tratar con humanos y menos con seguir un estilo de moda.

Aunque la particularidad del chico llamó un poco la atención del demonio.

— Entonces ¿Solo querías probar? — Preguntó, a lo que el chico asintió— Asumiré entonces que no tienes un deseo que quieras cambiar por tu alma.

Esto había sido una pérdida de tiempo.

— Bueno yo...

O tal vez no.

— ¿Qué deseas? Y no te preocupes, te explicaré bien las reglas, no quiero tener que lidiar con demandas luego.

— ¿Se puede demandar a un demonio? — Dante preguntó sorprendido.

— Algo así, pero no lo hagas, la burocracia lo hace un proceso lento, lleno de papeleo y para cuando tengas un veredicto tus nietos ya serán ancianos— Él explicó.

— Oh...

— Dime tu deseo— El demonio insistió.

— Bueno yo... recientemente armé una banda con mis amigos, somos buenos, hemos tocado en algunas partes y ganado batallas de banda, pero no hemos podido... bueno, despegar. Me gustaría que fuéramos lo suficientemente conocidos, para poder vivir de esto, de la música que amamos.

El deseo en sí era simple, caía en la categoría usual de "Hazme famoso", aunque su forma de pedirlo era algo adorable e inocente.

— Veinte años, será el tiempo que podrás disfrutar de tu deseo haciéndose realidad, luego vendré por tu alma.

Él dio a conocer el término más importante del contrato. Esperando la decisión de aquel particular humano. 

Mi vocalista es un seductor demonio [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora