Capítulo 3

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— ¿Y eso?—la voz de la rubia en medio del silencio hace que la morena reincorporé su cuerpo de la cama rápidamente y la mire, a la chica rubia cruzada de brazos en la puerta del baño de su habitación, sabía que Enid tenía la costumbre de entrar por su ventana que daba a la calle eso no era sorpresa, pero a veces se escondía para quizás darle tres infartos a la morena o así lo veía ella.

— ¿Qué haces aquí?—pregunta Merlina ignorando la pregunta de la chica, estaba molesta con ella, una idiota la había empujado y ésta no había hecho nada, el coraje volvió a ser una de sus emociones centrales en ese momento, ve como la rubia se acerca hasta ella, pensaba con la intención de sentarse pero Enid aprovecha el trance de la pelinegra para quitarle el ramo de rosas— Enid, dame eso.

— No.—se apresura a responder la rubia, buscando la tarjeta entre las rosas hasta que la encuentra, la morena ni siquiera se había percatado de ese detalle— Oh, claro, el idiota de Xavier.—dice con molestia sentándose en la cama junto a la morena quien la mira atenta. 

— No es tu incumbencia.—dice la morena volviéndole a quitar las rosas y mira la chica quien esta mas roja que nunca.

— Claro que lo es, le están dando rosas y chocolates a mi novia.—recalca el "mi" casi gritando, la morena solo gira los ojos— Y además ella los acepta.—la gota que colmo el vaso, la morena se levanta furiosa a abrir la puerta y la señala, Enid no entiende así que la ignora.

— No, no es de tu incumbencia que alguien tenga un detalle conmigo, así como tampoco lo es que alguien sea una mierda conmigo, ¿verdad?—pregunta aun señalando la puerta, Enid rueda los ojos y se acerca hasta la morena quien retrocede un poco.

— Vete, Enid.—dice la morena la ver como la rubia la toma de la cintura y la abraza.

— Lo siento, Mer.—susurra contra su cuello haciendo que la morena se ablande un poco, odiaba admitirlo pero tenía cierta debilidad por la rubia— Sé que soy una idiota...

— Que bueno que lo sepas, Enid.—dice aun con tono molesto pero abrazando también a la rubia quien sonríe ante el tacto— Me ignoraste Enid, esa idiota me empujó y no tú le dijiste nada.—reclama. 

— ¿Qué podría decirle?—pregunta la rubia aun en en el cuello de la morena empezando a dejar suaves besos por al zona— Yoko es así, te tiene manía.—dice restándole importancia, pero la morena al escuchar eso se molesta aun mas y se aparta.

— ¡Podrías decirle que deje de molestar a tu maldita novia!—grita la morena pero se arrepiente al instante al ver como Enid retrocede bruscamente, sabe que la rubia tenía ciertos traumas con los gritos por sus papás, se tapa la cara frustrada— No quise gritar, lo siento...—empieza a decir la morena acercándose hasta la chica pero ésta no la mira.

— No es necesario que grites.—dice prácticamente en un susurro, la morena ahora se sentía fatal por haberle hablado así, pero es que a veces la rubia le colmaba la paciencia— Si le digo algo a Yoko preguntará sobre cual es mi interés por defender a ti, luego se lo contará a mamá quien no parará hasta averiguar que me traigo contigo.—explica— Sé que para ti es fácil todo respecto a tu sexualidad, que lo llevas libre y tus padres te han apoyado pero sabes bien que los míos no son así.—la rubia vuelve su mirada hasta las rosas y chocolates que ahora lucen en la cama— Lo siento también.

— Enid.—empieza a decir la morena yendo hasta su cama ante la mirada de la rubia, coge uno de los chocolates y regresa hasta donde esta su novia, le acerca el chocolate hasta su labios pero esta niega con la cabeza— Vamos, a ti te gusta el chocolate.

— Claramente no los que le regalan a mi novia con intención de ligársela.—dice volteando la cara, la morena sonríe un poco y abraza a la rubia volviendo a poner el chocolate sobre sus labios hasta que ésta los abre y gira los ojos. 

Normies - WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora