Capítulo 45

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El día se había hecho noche pronto,  e Isabel mira de nuevo el teléfono, ni una sola señal de Merlina, intenta volver a llamar pero la respuesta es la misma, el maldito buzón de voz; quería hablar con ella para advertirle sobre la presencia de Enid pero no tenía el suficiente valor como para presentarse en su casa, los nervios parecían carcomerle la razón; tampoco quería salir de su habitación y cruzarse con su hermana, no tenía la manera de mirarla a la cara y decirle que estaba enamorada de su ex novia.

— La cena esta lista.—la puerta se abre sin previo aviso dejando ver a su madre con el cabello totalmente desarreglado y con una tunda de ropa encima— Por si alguien de esta familia se digna a cenar.—resopla mientras se mete a su armario tirando todo lo que encuentra a su paso, Isabel la mira aun desde la cama, no le apetece cenar para nada pero le da algo de pena que su madre cocine para nadie, así que se levanta hacía el armario en busca de conversación.

— ¿Ya cenaste?—pregunta desde afuera, nota como su madre le pone una mala cara sin decir nada—  ¿Enid no quiso cenar?—la rubia se adentra totalmente junto a su madre y se sienta al lado de ella, mirando como la mujer dobla prenda tras prenda, metería las manos para ayudarle, pero nunca se lo ha permitido, al cesar lo que es del cesar suele decir. 

— No sé donde ésta, ¿ves?—pregunta como si la chica tuviera una respuesta clara— Se va por un año de libertinaje donde esa mujer y ya cree que puede hacer lo que quiera, ¡Válgame dios!—mueve los brazos agobiada pero Isabel no le presta demasiada atención, su mente divaga entre donde puede estar su hermana y sobre la repentina desaparición de Merlina, pero lo descarta casi al instante, esa tarada debe estar con Yoko o con alguien de ese grupito y la morena debe estar con Tyler o con su madre.

Mientras tanto, abrazadas y totalmente desnudas, ambas chicas descansaban una sobre la otra, Enid acariciaba delicadamente la espalda de la morena que yacía sobre ella, sin decir ninguna palabra, solo con el pequeño sonido de la radio emisora que la rubia insistió en encender, la morena alza la mirada al reloj que tiene en la pequeña mesa justo al lado de la cama, y como si el cuerpo de la rubia tuviera algún tipo de resorte se levanta tan rápido que Enid no logra detenerla; pero pronto se lo agradece, verla totalmente desnuda frente a ella la hace enloquecer. 

— Regresa aquí.—dice la rubia mientras trata de alcanzarla pero la morena es mas rápida que ella y retrocede con su ropa en las manos— ¿Qué sucede?—pregunta mientras ve como la morena se coloca su ropa deprisa.

— Quedé con Tyler sobre las ocho, casi son las nueve, debe estar furioso.—dice ya casi vestida mientras busca entre las sabanas su celular, la rubia hace un puchero mientras ve a la morena, no quería que su momento terminará y sobre todo no quería que se marchará— Te puedes quedar aquí, solo veremos una película y luego regresaré a casa.—la chica se acerca hasta la rubia para darle un corto beso de despedida. 

— ¿No puedo ir con ustedes?—pregunta la rubia en un tono suplicante, la morena parece dudarlo un instante pero luego niega, le da otro beso sobre el puchero que ha formado Enid en sus labios y se va. 

La rubia se queda sola y desnuda en la habitación de la morena, puede quedarse, pero prefiere volver cuando la chica se encuentre allí otra vez, camina por la habitación buscando su ropa que en su momento pareció buena idea lanzar por los aires, cuando esta completamente vestida camina hasta la ventana para salir.

Cuando llega a su casa resopla en la entrada, no esta muy segura si entrar o marcharse a casa de Yoko, pero las palabras de Merlina sobre su madre se hacen presente en su cabeza, abre la puerta de a pocos mirando el interior, lo primero que ve es a Isabel sentada junto a Esther con un plato de espaguetis delante, no dice nada, camina en silencio hasta la cocina para servirse algo, no lo haría si no quisiera mejorar la rota relación con su madre y claramente también porque muere de hambre. 

Normies - WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora