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Me había rendido.

Y bastante había aguantado pero simplemente llegó a un límite de sobrepasar a la persona con mayor paciencia en este mundo.

Había conocido a Thomas cuando éramos jóvenes y caí rendida por él en cuanto me sonrió de lado de forma coqueta aunque casual. Pero de todos modos caer por él no era difícil ya que él mantenía un encanto puro y con solo 17 años y una vida algo puritana no fue tan sorprendente que me enamorara en ese instante de Thomas Henderson.

Y no voy a mentir y decir que no fue un cuento de hadas, porque si lo fue... Al menos los primeros dos años, en donde nos amamos intensamente como se supone que el primer amor debe de ser.

Intenso, desproporcionado y profundo.

Luego de esos dos años, empecé a despertar del sueño en donde me encontraba y las cosas se volvieron tensas, y Tom ya no era el príncipe con el que me había enamorado... luego se volvió en una persona que criticaba hasta mi forma de vestir y le molestaba lo más característico de mi

y es que era torpe.

Si reía fuerte, si tropezaba o si solo era ociosa era como un insulto para él.

O si sólo rechazaba alguna petición que él hiciera era algo de lo que me hacía sentir culpable y un día, cuando vi conversaciones insinuantes con una compañera del trabajo exploté.

Bastante había aguantado como para esto y por más que me doliera, terminé con esa relación y huí.

No es como si huyera porque había hecho algo malo, es solo que necesitaba solo a dos personas en el mundo para poder recomponer mi corazón y esas personas eran mis abuelos.

Desde que nací tenía una conexión única con ellos y eran quienes podían unir las piezas de mi corazón. Y apenas les llamé para decirles que necesitaba un respiro unos meses, fueron muy felices de poder tenerme con ellos.

No pensaba incomodarlos tanto tiempo, solo lo suficiente para buscar un lugar cerca donde quedarme estos meses.

Hago una pausa antes de llegar a la casa de los abuelos y tomo mi pelo en una coleta para poder aguantar el calor que siento y estaciono el vehículo en un Starbucks para poder refrescarme y responder mensajes que tenía en mi teléfono.

Había una fila de alrededor de cinco personas antes que yo y antes de poder llegar a decidir qué era lo que quería, llego a la caja.

-Buenas tardes, mi nombre es Ashton. ¿Qué deseas llevar?

Era un chico con cabello castaño y alto quién me atendió.

-Buenas tardes, quiero un frapuccino moca, por favor-respondí rápido

-¿Cual es tu nombre?-preguntó él.

-Josephine-Dije mientras buscaba mi tarjeta para poder pagar.

Una vez que estuve lista, espere que prepararan mi bebida y me distraje contestando mensajes de mis padres quienes me deseaban buenas suerte en mis "vacaciones" y otros mensajes de Nora, mi amiga quien estaba preocupada por mí.

"Avísame cuando llegues al pueblo de tus abuelos, y cuéntame qué tal van las cosas" decían los mensajes de ella.

Apenas la llamé para decirle que había terminado con Tom, ella me aseguro lo bien que estaba sin él... nunca le cayó muy bien.

y una vez que Ashton me entregó mi frapuccino leí en que había escrito "Ten un buen día, preciosa". Rodé los ojos y con la bebida en la mano llamé a Nora.

-Hey-dijo ella apenas contestó- ¿Cómo estas, cielo?

Hice una mueca y me encogí de hombros pese a que no me había visto. y Salí del local para poder hablar.

-Bien, acabo de hacer una parada ya que hace un calor insoportable-Dije tomando un sorbo.

-Pues aprovecha, sal a las playas y conoce chicos.

-Te aseguró que lo último que quiero hacer es conocer a otro idiota-dije en tono sarcástico.

Sin poder notarlo, choque con un cuerpo masculino lo que provocó que las carpetas que él llevaba se cayeran al piso.

Sin dar mayor explicaciones corte la llamada para incorporarme.

Aquel chico tenía el pelo rubio largo y un estilo que llamaba a los problemas... justo la clase de chico que quería evitar por el resto de mi vida. Aunque sin poder evitarlo debo admitir que era guapísimo, con un aire de chico malo.

-Perdón-dije.

Él me dio una sonrisa de lado, de aquellas que debe funcionar para sus conquistas. Sus ojos azules eran intensos y su cara se veía con una barba creciente de dos días.

-No eres de aquí, ¿No?-preguntó inspeccionando mi rostro.

-Uhm no...-dije restándole importancia.

Me di la media vuelta con dirección a mi vehículo y apenas cerré la puerta del piloto, me acomode para verle bien. Iba vestido con un pantalón negro, una camisa desabrochada hasta su pecho y una chaqueta de cuero, su pelo rubio iba bien peinado, dejando sus rizos de forma que desearas pasar tu mano por ellos, y entonces me percate que no iba solo, una chica iba al lado de él. No parecía importarle lo que él hacía.

-Suerte en Greenville, Nos vemos pronto-dijo de forma coqueta.

Era el típico chico que solía tener a todas las chicas detrás de él.

Arranqué el auto, escapando del caos que él conllevaba y me dirigí a casa de mis abuelos.

Josephine Hale, compórtate de una maldita vez.

Prohibido l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora