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El viernes desperté con una sonrisa enorme en mi cara y solo podía contar las horas para que fueran las cinco de la tarde, en donde Nora y Sophie llegarían a la ciudad.

Cuando me desperté, ni siquiera me quejé por levantarme temprano, de hecho no me costó salir de la cama... Eso ya es decir mucho.

-¿Por qué tan contenta?- preguntó Jenna en el hospital- ¿Tiene algo que ver el sexy rubio de tu vecino?

Rodé los ojos.

-Mi mejor amiga llega de Nueva York este fin de semana.

Ella sonrió comprendiendo mi felicidad.

-¿Y es guapa?-preguntó Zed.

-Solo estará estos días, no creo que llegues a conocerla. Pero sí, es muy bonita.

Los chicos se reían de mí por lucir tan contenta y animada, como casi nunca me muestro en el trabajo.

La tarde llegó lentamente, como si los minutos se demoraran más de lo normal aproposito. Cuando el reloj marcó las cinco de la tarde, me despedí de todos de forma rápida, y corrí al auto para llegar al terminal de buses que quedaba a 10 minutos del hospital.

Para suerte mía, no había tanto tráfico y pude llegar a tiempo, ya que apenas estacioné y baje del auto, el bus de Nora llegó. Apuré mis pasos a donde la gente bajaba y cuando nos vimos, ambas nos dimos un abrazo apretado.

Desde que nos convertimos en amigas, desde niñas, nunca habíamos estado separadas la una de la otra, es por esto que la extrañaba tanto y sentía la falta que me hacía constantemente.

-¡No sabes cuanto te he extrañado!-chillé.

Sophie no tardó en hacerse notar entre nosotras, y la tomé en mis brazos para estrujarla y regar besos por toda su carita.

-¡Tía Jo!, me haces cosquillas-se quejó ella.

-¿Es que acaso no te gustan mis cariñitos?-pregunté en burla.

-Es que ahora es una niña grande-dijo Nora- Ni siquiera a mí me deja.

Reímos.

Cuando estábamos en el auto, con las maletas ya guardadas pusimos la radio y cantamos a todo pulmón como siempre lo hacíamos.

Nora siempre fue una persona alegre y optimista, Sophie es igual a ella. Ella tenía una personalidad alocada, siempre que yo dudaba de algo, ella lograba convencerme de aquello. Como la vez que nos escapamos de clases para irnos al cine y entramos a todas las películas que estaban en cartelera.

Una vez que estábamos fuera del edificio, tomé en mis brazos a Sophie mientras Nora me seguía con las maletas. Ya le había comentado que no teníamos un ascensor y que debíamos subir por las escaleras, así que ella se había preparado mentalmente para esto.

-¿Puedes buscar un edificio que tenga ascensor?-se quejó Nora a mis espaldas.

-Este es muy bueno, y además puedo pagar la renta y vivir bien-dije inocente.

-Eso y que tienes un vecino de infarto-se burló.

-¡Nora!-me giré a verla- Podría estar aquí y escuchar.

Ella rió y yo me apresuré en llegar al piso y abrir la puerta de mi hogar. Sophie seguía abrazada a mí por lo que reímos ante la imagen de Nora quién solo se quejaba de la situación.

Cuando entramos y ellas se instalaron con sus cosas en mi habitación, obviamente les cedí mi cuarto ya que dormirían ellas dos juntas y yo lo haría en mi sofá.

-Oye, Jo... ¿Cómo están tus abuelos?-preguntó mi amiga

-Están bien y felices porque vivimos cerca, nos visitamos seguido.

Prohibido l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora