En la semana puse todas mis baterías en los próximos exámenes que venían hacia mí. Cada vez estaba más cerca de la universidad y me sentía eufórica con la idea. Ya estábamos en octubre y quedaban algo de dos meses para graduarme al fin. Pensar que dejaría atrás todo lo que me rodeaba ahora me ilusionaba. La casona, mi padre, Malvina y la ciudad quedarían atrás muy pronto. Los únicos que me preocupaban eran Flor y Lucas. Sí, ahora le llamaba Lucas. Como que me hacía sentir más cercana a él que llamarlo por su apodo.
Flor iría a otra universidad, lejos de la mía y pensar en separarnos me dolía. Habíamos prometido mantenernos en contacto y visitarnos tantas veces como podríamos, eso me consolaba un poco. En cuanto al chico que mantenía guardado, realmente me esperaba que para esas fechas ya no sería parte de mi vida. Y también, al pensar en eso, mi pecho se retorcía, procuré no llevarle el apunte a mi dolor. No debía dolerme nada al pensar en separarme de él, pero lo hacía y eso me tenía preocupada. Quería alejarme de allí sin una pizca de arrepentimientos, ni siquiera mirar para atrás una vez que me alejara unos pasos. Y era claro que los recuerdos de Lucas estarían siempre unidos a la casa y la ciudad.
El lunes Lucas apenas pisó la casa, desayunamos juntos y luego se fue, volvió cerca de la medianoche. Yo no quería recocerlo pero lo extrañaba cuando no estaba cerca. Después de la mañana en la que nos enrollamos de nuevo dormimos juntos todas las noches, o mejor dicho: no dormimos. Teníamos sexo hasta altas horas de la noche y luego cuando yo me dormía él se escabullía hacia su cama. Supongo que lo hacía por lo que le dije sobre mi padre encontrándose una sorpresa, aunque no me importaba si quería dormir en mi cama. No, en realidad, quería que durmiera conmigo, en mi cama.
Una madrugada, minutos después de desenredarnos y recuperar el aliento, se quedó en silencio largo rato hasta que me miró y susurró:
— ¿No te importa estar haciendo esto conmigo... con alguien como yo?
Le observé sorprendida a través de mis pestañas soñolientas, confundida.
— ¿Qué querés decir?
—Digo... por todo eso que te conté de mi pasado... las cosas que hice...
Acaricié su bíceps y no alejé mi atención de su rostro serio.
—Cuando te miro... cuando me tocas y me besas... yo no puedo... no logro imaginarte haciendo nada malo...—murmuré entrecortadamente mientras en mi pecho se removían sensaciones tormentosas.
Volvió su cara hacia el techo, dejándome ver su perfil apenas iluminado por las luces de la calle que se colaban por las rendijas de la persiana. Nos quedamos así, silenciosos, inmóviles y pensativos hasta que el sueño nos invadió y el momento se esfumó. Me dormí un poco más acurrucada a su calor que otras veces.
Él conviviendo a mi lado era tan satisfactorio que estaba acostumbrándome a sentirlo apropiado. Aunque supiera perfectamente que no debería sentir tantas cosas, ya comenzaba a especular para mis adentros que no existía remedio para mí.
Y por todo eso me propuse pasar más tiempo con mis amigas. Bueno, sólo con Flor, ya que el resto parecían estar siempre ocupadas. No me importaba, de hecho, me estaban demostrando la poca lealtad que tenían. No eran mis verdaderas amigas si actuaban de esa forma conmigo. Flor me dejó desahogarme en cuanto a ello. No lloré, pero descargué mi frustración y aclaré que mi orgullo seguía a pie de guerra, yo no me rebajaría a buscarlas para hablar. Ellas se habían alejado por algo insignificante que ya no tenía ni pies ni cabeza, y quería dejar de darle vueltas al asunto.
El resto de los días entre el lunes y el jueves me la pasé en su compañía, quemándonos las pestañas con los libros. Ella no sabía que había alguien viviendo en mi casa, y yo lo mantendría así. No quería que se supiera la existencia de un prófugo en mi vida. Considerar que alguien podría descubrirnos me ponía los pelos de la nuca en punta, me aterraba. No quería que se lo llevaran y que terminara en la cárcel, ya significaba demasiado para mí.
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La Réplica
Romance"Todo empezó cuando lo miré directo a los ojos aquella primera vez..." Podría decir que sólo era una simple chica. Una simple chica rica. Una simple chica pobre… No conocía lo que significaba tener una madre que peinara mi cabello antes de ir a la...