Lo sentí acariciar mi mejilla mucho antes de estar preparada para abrir los ojos y enfrentarme a su imagen. Por un momento me convencí de que sólo había sido una pesadilla, de esas que te dejan temblorosa cuando despiertas, o un efecto colateral del shock por haber sido atacada tan violentamente por mi madrastra. De pronto un sollozo se desprendió de mí al caer en la realidad que me atravesó como una espada mal afilada, dolía insoportablemente.
Me alejé de su roce como si fuera tóxico. Y de alguna manera lo era, porque no podía explicar cómo había podido dejarme caer en sus redes. Yo me consideré siempre una chica llena de sensatez y sentido común, pero estaba claro como el agua que Lucas había llegado a mi vida para destrozarla en pedacitos, poco a poco y sin que me diera cuenta hasta que fuera demasiado tarde. La palabra salvación no tenía ni una pisca de significado para mí.
—Lucía—susurró en mi oído y me moví de inmediato.
Estaba recostada en la cama, me apresuré a ponerme de pie y estar lo más lejos posible de él. Un poco mareada me dirigí hasta apoyarme contra la pared más alejada de donde se encontraba. Me miraba con dolor en sus ojos, pero si esperaba que me comiera ese papel de chico dolido y arrepentido estaba equivocado por completo. No iba a perdonarlo, y tampoco iba a dejar que me convenciera de nada. Era consciente de que él me tenía que explicar muchas cosas. Muchísimas.
—No te creo nada—solté—. Mi papá no es el hombre horrible que decís que es, y me secuestraste con el único propósito de conseguir un rescate. No creo nada de toda esa historia de ciencia ficción que acabas de contarme.
En sus ojos brilló algo ante mi odio manifiesto. Jamás desde que nos conocimos yo le había hablado así. Solté un sollozo, y detrás vinieron más y más, pero no me moví de mi lugar ni él del suyo.
—Y yo que pensé que... que...
"... había encontrado a alguien que por fin me hacía sentir segura, cuidada y en cierta forma, amada" seguí dentro de mí. Ni loca se lo diría a la cara. Ni loca le confirmaría que me había enamorado de él... o, mejor dicho, de la idea que formé en mi cabeza sobre él. Porque era claro que yo nunca me habría enamorado del Lucas que tenía en frente ahora mismo. Era despreciable, un delincuente y... un asesino.
Miré hacia la puerta, tratando de considerar las posibilidades que tenía de llegar a ella y correr lo más lejos de él. Pero estaba herida y él ya me había demostrado qué tan fuerte podía ser. Estaba atrapada.
Mis ojos húmedos se posaron en su expresión torcida, quería que me creyera que se estaba sintiendo mal por esto. Se acercó unos pasos, y yo me deslicé hacia mi izquierda pegada a la pared, cautelosa. Sus movimientos eran dudosos y lentos, como si yo fuese un animal asustado que pudiera atacar en cualquier momento. Mi pulso empezó a latir en mis oídos cuando lo vi más cerca, en un impulso me despegué de la pared mohosa y corrí hacia la puerta de madera descolorida.
Sus brazos me rodearon por la cintura mucho antes de que logre llegar a mi objetivo, empecé a gritar y forcejear con él, me soldó nuevamente contra la pared, inmovilizándome.
—Lucía—murmuró, sus ojos brillantes.
No dirigí mis ojos a él, evitando caer en sus redes, de los míos desbordaron lágrimas, y mi ser se agitó desbordado con la situación.
—Soy yo—tomó mi mentón pera que no pudiese desviar mi rostro.
Sus palabras no significaban nada para mí.
—No... no sé quién sos... —sollocé.
—No voy a hacerte daño—sus labios entraron en mi campo de visión—. Yo no podría... créeme.
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La Réplica
Romance"Todo empezó cuando lo miré directo a los ojos aquella primera vez..." Podría decir que sólo era una simple chica. Una simple chica rica. Una simple chica pobre… No conocía lo que significaba tener una madre que peinara mi cabello antes de ir a la...