Recluté todo mi esfuerzo para no pensar en él durante las dos horas que siguieron, sin embargo no valió de nada, se había colado muy hondo en mi mente y mi cuerpo. Recordaba y seguía sintiendo cada sensación que había provocado su cuerpo en el mío. Me había entregado a un desconocido y no sentía que fuese erróneo, no había ni una pizca de culpa en mí. Y eso me hacía sentir rara, porque esa era una faceta mía desconocida.
Comprobé de una vez por todas que el famoso "nunca" jamás debía ser dicho o dado por hecho, porque uno no sabe cómo puede reaccionar en ciertas situaciones. Me bastó ver a Gio una sola vez para sentir que mi sangre hervía y se volvía demasiado líquida en mis venas. Debí saber que si lo volvía a encontrar no habría nada en mí que se negase a caer en sus redes. Fui derechita a sus brazos y lo disfruté. Él me había hecho sentir más viva que nunca en mis diecisiete años. Y muy adentro de mi pecho dolía algo ante la posibilidad de no volverlo a ver.
Mis amigas llegaron justo a tiempo antes de que me desmoronara en mi triste soledad. Les abrí la reja con gusto, porque realmente estaba necesitando algo de ruido y movimiento en esa casa tan fría.
—Amiga—me saludó Paulina abrazándome fuerte, las demás le siguieron.
Todas estuvieron muy calladas después de saludarme y me miraban de arriba abajo, evaluándome. Flor era la que más seria estaba, sentí que casi podía ver en mi interior. Me quedé parada ante ellas mientras tomaban asiento en el living, sin quitarme los ojos interrogantes de encima. No me senté, sólo me quedé allí, esperando que alguna hablara.
—Anoche te vi yéndote con alguien—soltó Julieta, había rudeza en su mirada, como si no aprobara lo que yo había hecho—. Te llevaba en brazos, te subió a tu coche y se fue conduciendo.
Pestañeé varias veces, yo realmente no tenía en mente contarles nada. No quería tenerlas pegadas a mí acribillándome con preguntas y rogando por obtener más detalles. Miré a Flor y vi en sus ojos la dureza, supe enseguida que me estaba acusando.
— ¿Quién era?—preguntó.
Me quedé viéndola fijamente, ella no se veía como mi mejor amiga. Parecía que fuese una madre interrogando a su hija sobre alguna mala acción.
—No era Nicolás, estaba borracha, pero lo habría conocido—agregó Julieta—. Era alguien que no conocemos.
Despacio me dirigí al único sillón que quedaba desocupado, me senté cuidadosamente con mi mirada hacia ellas, me tenían acorralada. Y no sabía por qué, pero se notaban ofendidas conmigo.
—Era él—soltó Flor, su voz me hizo estremecer—. Te fuiste con él.
Tragué saliva sonoramente para lograr hablar, no quité los ojos de mi mejor amiga.
—Sí, era él.
Las demás no entendían nada, empezaron a quejarse y a exigir explicaciones. Mi sala de estar era un lío y yo lo observaba muy quieta. No lograba comprender sus actitudes, estaba sana en casa, no había nada preocupante.
—Tuvieron sexo—soltó Flor por encima de las demás voces, y a eso le siguió un silencio sepulcral.
Nadie pasó desapercibido que era una afirmación y no una pregunta.
No sabía cómo podía ver tan dentro de mí. Era como si tuviese un letrero en la frente que decía que había interactuado sexualmente. Yo no creía que hubiese nada distinto en mis modos, cierto que me sentía diferente en el interior, pero no me imaginaba que se me notaría tan fácilmente.
Todas mis amigas estaban esperando que lo confirmara, y simplemente asentí con la cabeza porque no vi ninguna vía de escape.
—Es Gio—solté, como si eso fuera todo lo que tenía que decir, aunque sabía que no me dejarían detenerme hasta que les dijera más.
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La Réplica
Storie d'amore"Todo empezó cuando lo miré directo a los ojos aquella primera vez..." Podría decir que sólo era una simple chica. Una simple chica rica. Una simple chica pobre… No conocía lo que significaba tener una madre que peinara mi cabello antes de ir a la...