Permanecí inmóvil el resto de la noche y la mañana siguiente, en algún momento apoyé la cabeza en el colchón, a un lado del brazo de Lucas, para descansar y terminé durmiéndome profundamente. Estaba agotada y ya no me quedaban energías para seguir alerta.
Un movimiento a mi lado me despertó y alcé mi cuello tieso para ver a Carla comprobando la bolsa de suero. Hacía tiempo que la transfusión había terminado y para ese entonces yo había pensado que Lucas habría despertado, pero seguía inconsciente, aunque su respiración era más poderosa ahora.
—Está bien que duerma tanto, es por los analgésicos que le estoy suministrando y necesita recuperar fuerzas—explicó ella con voz amable—. Es un chico grande, va a estar bien pronto.
Tragué saliva y asentí sin decir nada. Con la luz del día y el terremoto emocional ya pretérito, no podía sentirme más culpable. Rememoré los momentos en los que les apunté con la pistola y los siguientes reproches de Flor. Ella tenía razón, pero no podía permitirme parar esto. Ya era tarde, el mal estaba hecho y tendría que vivir con que mi mejor amiga me odiara toda su vida.
Un caliente y constante enojo recorría mis venas, cada vez más poderoso. Me envolvía en una burbuja de malos deseos. La venganza era el más latente, y el odio, por momentos parecía ser mi principal aliado. Lo último que deseaba era convertirme en una mala persona, tomarla contra el mundo, con personas inocentes por algo que unos pocos forajidos le habían hecho a mi vida.
Pero ya lo había hecho, ¿no?
Ya había aterrorizado a dos mujeres con un arma para obtener un objetivo, técnicamente ya me había transformado en una especie de monstruo.
Levanté mi vista hacia la bella mujer y busque en sus ojos algún vestigio de rencor, pero nada se podía leer en ella.
—Gracias—musité sin echar atrás la conexión de nuestras miradas.
Asintió y se aclaró la garganta rompiendo el pequeño momento de franqueza, su semblante dejó entrever algo muy parecido a lástima por mí, también. No di importancia, me removí sobre mis rodillas entumecidas por estar tantas horas apoyadas en el piso sosteniendo mi peso. Me paré en mis pies y los arrastré hasta el silloncito turquesa del rincón. Me dejé caer con los ojos cerrados.
—Parece que necesitas una ducha—comentó deteniéndose en la puerta antes de salir.
Me estudié a mí misma con reciente asombro, la sangre seca en mis manos y en la ropa. Me había olvidado de ello por completo.
—Nadie va a hacerle daño, lo prometo—aseguró antes de que yo le dijera que estaba bien así.
Estuve de acuerdo muy a mi pesar y la seguí de cerca por el pasillo hasta el segundo baño que se reservaba siempre para los huéspedes. Estaba al final, y nadie más me vería. En un principio había estado preocupada por el padre y el hermano de Flor que también vivían allí, cruzármelos sería una complicación, y peor si se enteraban de la presencia de un joven hombre herido de bala en la habitación de invitados.
Posé la Colt Defender encima de la tapa del inodoro, amontoné las prendas que iba quitándome en un rincón y trabé la puerta para sentirme más segura. Ni bien deslizarme debajo de los chorros de agua caliente apreté mis parpados con creciente deleite, era como un bálsamo para todas mis terminaciones nerviosas. Me sentí como si hiciera una eternidad desde que había tomado mi última ducha, cuando claramente sólo tuvo lugar el día anterior.
Luego de secarme, pasé por mi cabeza un suave vestido de algodón amarillo pastel que me había estado colgado a un lado esperando, pertenecía a Flor. De más estaba agregar que me quedaba más largo de lo que debería y ajustado en las caderas, de todos modos agradecí profundamente la ropa limpia. Aunque provocara que me sintiera más y más despreciable a medida que seguían siendo amables conmigo.
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La Réplica
Romance"Todo empezó cuando lo miré directo a los ojos aquella primera vez..." Podría decir que sólo era una simple chica. Una simple chica rica. Una simple chica pobre… No conocía lo que significaba tener una madre que peinara mi cabello antes de ir a la...