Capítulo 3

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Scarlett

El miedo no era una emoción que soliera sentir.

Después de que me acostumbré al modo de vida que tendría que llevar, el miedo se desvaneció, porque poseía los conocimientos y habilidades necesarias para defenderme o escapar de cualquier situación que supusiera un riesgo. Sabía disparar, sabía múltiples tipos de combate, sabía utilizar cualquier objeto a mi favor e incluso aprendí a utilizar espadas y arco con flecha. Adquirí conocimientos sobre tecnología y sistemas que otros no aprenden jamás, métodos de escape que nunca han visto, sé varios idiomas y sé cómo tratar heridas que pueden resultar mortales. Todo eso lo aprendí antes de los 18 años, y luego vinieron otros tipos de entrenamiento, como volar un helicóptero, avión y demás.

Lo bueno era que tenía a mis hermanos, por lo que el peso jamás lo cargué sola. Si a uno de nosotros le costaba algún área, otro se encargaba y así no nos retrasábamos. No era necesario saberlo todo, ya que siempre los tenía de apoyo. Yo solía ser pésima con las cuchillas, pero Sky siempre estuvo para acudir en mi ayuda en las pruebas previo a ser miembros oficiales. A Nate se le dificultaban las armas, y me tenía a mí para socorrerlo. Sky no comprendía por completo la tecnología avanzada, y Nate siempre estaba preparado para tomar el control.

En cierta forma, tenerlos conmigo me daba paz, y me daba un tiempo más para aprender lo que me costaba. Pese a que sola trabajara de maravilla, saber que estaban conmigo era... tan relajante. Me sentía más segura. No había nada que no pudiéramos resolver juntos. Si uno caía, los otros estábamos para levantarlo. En la organización solían decir que tener fuertes lazos con otros era inaceptable, pero, aun así, crearon las tríadas y, con ellas, el hecho de tener dos personas que amara, que fueran parte de mí. Algo contradictorio, mas inteligente, si lo ven de ese modo.

Siempre los tendría a ellos, y así no sucumbiría en esa necesidad humana de buscar lazos con otras personas.

Hasta que mi vida se quebró.

Como sea, el miedo era una emoción que no sentía seguido gracias a la situación. Eso cambió un poco en los sucesos previos a que me secuestraran. El embarazo, las peleas con mis hermanos, el deseo de quedarme con Alek, el chantaje de Nikolla, la presión de la organización, el suero P40, las últimas peleas y la falsa paz. Ahí sentí un poco de miedo. Me estaban atacando de todos lados y no tenía tiempo para responder, o para seguir ocultando los secretos que guardaba.

Me estaba asfixiando.

Posterior a eso, llegué aquí. Al inicio, no tenía tanto miedo. No sería las primeras torturas que me impartieran. Estaba acostumbrada a los castigos de la organización. Sin embargo, acabé dándome cuenta que esto era otro nivel.

La primera vez que podía decir que sentí terror fue cuando me ataron al suelo, bocabajo, y me colocaron piedras ardiendo en la espalda. La manera en la que el dolor me dejó inconsciente más de diez veces me puso de los nervios. No podía resistirlo. La piel me dolía tanto, sentía que los huesos se me estaban derritiendo y, ulteriormente, caminaron sobre mí, pisándome. Creí que iba a morir.

Fue una de las primeras ocasiones en las que sentí que perdería la vida.

Ese terror es incomparable, en especial en vista de que no quería morir, sin importar que haya rogado la muerte en múltiples momentos. La sensación de estar perdiendo la vida y no poder hacer nada para detenerlo. Ese horrible momento en que te das cuenta de que, no interesa cuánto luches, tu vida no pende de tus manos, sino de los que te torturan. Ellos deciden, y es esa sensación la que te hace querer vomitar. No sabes cuando decidirán acabar contigo, cuanto decidirán hacerte sufrir antes de arrebatarte lo más preciado que tienes y de qué forma lo harán.

Asfixia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora