Capítulo 6

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Scarlett

Un puto desierto.

—No me sorprende —mascullo, sacudiéndome la arena de las manos—. Es una jugada inteligente, la verdad.

—¿Inteligente? —Taddeo frunce el ceño, mirándome como si estuviera loca—. Es un infierno.

—Rodeados de kilómetros y kilómetros de arena, sin ninguna persona que pueda descubrir este sitio o escuche algo de lo que sucede dentro —explico—. Cientos de grados de calor. Es un sitio alejado de la civilización. Las personas no suelen venir a estas áreas, sino que van directo a las atracciones, y estoy segura que no estamos cerca de ninguna.

—¿Y cómo... es que tenían los cuartos de frío si... aquí hace tanto calor?

—Por lo que vi allá abajo y en las otras prisiones en la que nos tuvieron encerrados, diría que hace años que se construyeron. Por lo tanto, tuvieron tiempo de modificarlo, de aplicarles lo que quisieran. Quién sabe qué tecnología utilizaban —me coloqué las manos en la cintura y suspiré, sintiendo los rayos del sol quemarme la piel—. Lo más cercano al Desierto de Atacama es San Pedro de Atacama. Tendremos que caminar... hacia allá.

—Será complicado, ¿cierto? —el chico me miró con el miedo escrito en sus orbes.

Iba a serlo, sí. Hace un montón de calor, y nos exponemos a bajas temperaturas cuando comienza a caer la noche. No tenemos demasiada comida, la ropa que poseemos no está en buen estado y creo que no contamos con agua, o yo no recuerdo haber guardado algo de eso. No sé a qué distancia estemos de alguna casa o pueblo que nos pueda ayudar.

En resumen, era casi imposible salir vivos de aquí.

—Sí —murmuro, con un nudo en la garganta—. No tengo idea de hacia dónde esté la ciudad o... cuánto debamos caminar. Lo que es seguro, es que haremos lo posible por lograrlo. No llegamos hasta aquí para rendirnos o dejarnos morir. Estamos libres, Taddeo. Sobrevivimos a cientos de torturas, así que podemos con esto, ¿okey? —dudoso y sin creerme del todo, asintió—. Si llegamos a alguna ciudad, pedimos ayuda o... descansamos un poco, para reponernos. Trataremos de arribar a San Pedro de Atacama.

—Sabes bastante de este país. ¿Habías estado acá?

—Vine a Chile por un par de misiones. Por ende, estoy enterada de sus ciudades, regiones y demás. Por supuesto, cuentan con los dos sitios más complejos y precarios del mundo; la Antártica y El Desierto de Atacama, el cual es el desierto más árido del planeta. Capaz de alcanzar más de 50° grados en el día y llegar a -25° grados por la noche. La tenemos difícil, Teddie.

—Comencemos a caminar, entonces, o se hará de noche.

Juntos, emprendimos camino por el desierto.

No llevábamos caminando ni media hora cuando ya estábamos sudando. Era tan extraño. Hace horas estábamos encerrados en nuestras respectivas celdas, muriendo de calor y de nervios por el intento de escape. Y, en este instante, estamos fuera, tratando de llegar con vida a algún lado antes de que el calor, la falta de agua o las temperaturas extremas nos maten.

Sencillo.

—¿Y si... me sigues contando de tu vida previo a ser encerrada? —solicitó el italiano, un tanto nervioso.

No quedaba mucho que relatarle, la verdad. Sin embargo, le di un vistazo rápido y comprendí que lo necesitaba, que necesitaba distraerse y no pensar en que la posibilidad de muerte es alta. Él tenía miedo, y no quería que me viera aterrada a mí también o esto acabaría mal.

Controlé mis emociones, traté de mantener un semblante impasible y comencé. Taddeo escuchó cada palabra con suma atención, como si fuera la mejor historia de su vida.

Asfixia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora