Capítulo 19

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Scarlett

Estaba cansada de estas presentaciones.

Aquí estábamos, con Taddeo frente al resto de nosotros, respaldado por Alek y por mí. Me saltaré la parte de los nombres, las explicaciones y demás. Cada uno de ellos estaba mirando al italiano con desconfianza pura, atravesándolo con vistazos mortíferos y letales. El chico se balanceaba de lado a lado, ocultando su miedo.

—¿Alguna interrogante más? —resoplo, abrumada con el mismo tema, otra vez.

—¿Cómo sabemos que no nos sacará los ojos cuando estemos durmiendo? —cuestiona Nikolai, jugueteando con una filosa navaja entre sus dedos.

—Ya lo expliqué —gruño, cruzando los brazos en mi pecho.

—E-estoy de su parte, lo juro —promete Taddeo, mordisqueando su labio inferior y su voz tambaleándose a media oración—. No quiero... hacerle daño a nadie, ¿okey? Ni pretendo irrumpir o arruinar sus rutinas diarias. Acompañé a Scarlett porque tenemos el mismo objetivo en común; acabar con la mafia italiana. Es la única forma de que yo pueda vivir en paz, o jamás seré libre, igual que ustedes. Poseo información, Scarlett me ha estado entrenando y tengo ciertas habilidades que Angelo me enseñó antes de darme la espalda con sus hijos. Puedo ayudar.

—No podría haber hecho nada de lo que hice sin él —me enderezo, sonando autoritaria—. Fue Taddeo quien me dio la ubicación de los edificios de Angelo, los trabajos y negocios de la mafia y la gente que tenía oculta en cada empresa, sus espías. Cooperamos para llegar hasta aquí, y me parece un trato justo que nosotros le brindemos protección y él nos otorgue sus conocimientos sobre la Cosa Nostra.

—¿Desde cuándo está contigo? —pregunta Sky, con las cejas alzadas.

—Desde que escapamos de la prisión. No nos hemos separado desde aquel día.

—Vale, ¿y yo no sabía de su existencia? —parpadea, incrédula.

—Claramente —Nate utiliza un tono burlesco e hiriente—. No queríamos que asesinaran al chico antes de que llegar, ¿verdad? Quizá se lo reportabas a tus adorados jefes...

—Les dije que estoy de su lado.

—Por favor, no empiecen de nuevo —implora Alexei, con un semblante de aburrimiento, ganándose una mala mirada de mis hermanos.

—Solo quiero confirmar que no nos vaya a apuñalar por la espalda —interviene el Vor.

—Pongan cámaras en la habitación, que alguno de su gente me vigile o inyecten un maldito chip en mi brazo —se exaspera Taddeo, moviendo sus manos con alteración—. No voy a traicionarlos. No me queda nada. No tengo casa, no tengo a mi madre, no tengo ni un puto peso y no poseo libertad absoluta. ¿Creen que me atrevería a jugarle chueco a la única persona que me apoya?

—Eres un Castelli —refunfuña Kyle—. Es lo que hacen.

—El apellido no me hace como ellos. No soy como Angelo ni Bianca, menos como Domenico. Solo quiero paz y acabarlos por lo que le hicieron a mi madre. No pido nada más que eso.

—Bien... —Alena traslada su peso de su pierna izquierda a la derecha—. Podemos darle el beneficio de la duda, ¿no?

—Eso supongo —sostiene Megan, dejando caer sus hombros—. Si al final puede sernos de ayuda, no nos viene mal en este punto.

—Es en exceso riesgoso —piensa Nikolai, y lo comprendo.

—Somos parte de la mafia —le recuerda Aleksander, relajado—. El riesgo es algo a lo que estamos acostumbrados.

Asfixia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora