Capítulo 18

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Megan

Okey, esto es incómodo.

Nos encontramos aún en el salón, y debo admitir que me ha sido muy complicado apartar la vista de Nate, lo cual me hace sentir como una persona horrible debido a que mi novio se marchó hace pocos segundos, a seguir órdenes de Nikolai.

—¿Soy yo o Sky y Nate intercambiaron personalidades? —cuchichea Alena, alternando la mirada entre los dos hermanos que no se relacionan para nada.

—Definitivamente —interviene Nikolai, uniéndose al círculo secreto como una chica más—. Dije un chiste y Nate ni siquiera lo notó. Sky, al contrario, ha sido amable. Quizá es una especie de realidad alterna o algo por el estilo.

—El chico es caliente —opina Sienna, encogiéndose de hombros—. Y ella es bonita, muy bonita.

—Que no se te vayan los ojos —la regaña Alena, dándole una mala mirada. Sienna rueda los ojos y le besa la mejilla, encontentando a la morena.

—Están diferentes —opino, con cierta pesadumbre—. No sé qué les ha de haber pasado estos años como para cambiar por completo. Nate está más...

—Amargado —termina Alexei por mí, manteniendo su postura elegante.

—Sí, eso —añade Kyle—. ¿Y han visto que ni siquiera ha platicado con Sky? Como si no se conocieran.

—Dios, este trío viene peor que nunca y con cientos de problemas siguiéndolos —lamenta Nikolai, con un fingido semblante de aburrimiento—. Quizá qué les habrá pasado...

—Si quieres saber, solo pregunta —ladra Nate, sobresaltándonos. Nos dirige una fría mirada, tocando su oído varias veces—. Audición super desarrollada. No crean que no podemos oírlos.

Sky asiente, de acuerdo con él, pese a que no tiene los mismos aires gélidos rodeándola.

—Okey... —Alena mantiene su barbilla en alto—. ¿Qué les sucedió?

—Nos mantuvieron encerrados —informa, poniéndose de pie—. Los líderes nos encerraron en las celdas. No teníamos contacto con el mundo exterior, se negaron a crear una unidad que buscara a Scarlett y nos quitaron los beneficios que habíamos ganado como miembros oficiales.

—Pasaban meses y nosotros ni siquiera sabíamos qué día era —añade Sky, con una triste mueca—. Nos sacaban muy pocas veces, y en general era para ayudarlos a entrenar a los discípulos. Si no respetábamos sus órdenes, nos golpeaban y nos castigaban. Si no fuera por nuestras habilidades, estaríamos muertos. Era... una jodida pocilga con una cama, sin una sola ventana. Nos dejaban comida en una maldita bandeja, a veces... eran sobras.

Me dolía por ellos. Sé cuán crueles son los castigos de la organización, sé que a veces llegan a rozar lo inhumano. Y que hayan permanecido de ese modo por 3 años es terrible y doloroso.

Nosotros, que teníamos expresiones llenas de aflicción, nos quedamos en silencio unos segundos.

—Al menos... estaban juntos —susurra Nikolai, como si tratara de animarlos de una forma... incorrecta.

El comentario no le agradó nada al pelinegro.

—Primero, eso no cambia ni mejora nada. Al contrario, ver sufrir a alguien que quieres, sin que puedas hacer algo, empeora la situación. Te destruye y te hace sentir como la peor mierda del mundo. Segundo, no sirve de un carajo. Sky no cambiaba nada.

—Vaya, gracias —escupe la castaña con sarcasmo y aversión—. No es culpa mía que rechaces cada intento por acercarme.

—¿Por qué será, Sky? —sus facciones se endurecen con la ira.

Asfixia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora