Capítulo 22

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Nate

Dios, que complicado era dormir.

Llevaba horas dando vueltas en la cama. Y eran recién las cinco de la mañana. Además, me ardía el brazo y la mejilla a pesar de que ya me hice curación en las heridas. Regresamos más o menos a las dos o tres de la mañana de las emboscadas. Hicimos más de una, aunque hayamos estado cansados y heridos desde la primera, que fue donde me hirieron. Conseguimos información, mercancía y tenemos uno que otro rehén en el sótano, dado que no quisieron confesar o estaban inconscientes como para hacerlo.

Cuando volvimos, Scarlett, Alek, Kyle y Sky no estaban en casa, por lo que asumimos que continuaban en el club. Ojalá les haya ido bien con los tratos. Nos daría otro punto por el cual trabajar para seguir adelante con el plan. Por suerte, no hemos recibido llamadas de Adeline y Markus preguntándonos sobre la misión. Según saben, no hemos robado el objeto y todavía estamos planeándolo.

No tienen ni idea de a dónde vinimos a meternos. Y espero que no lo sepan. Tenemos una semana y media de libertad antes de regresar y... retomar el plan de Scarlett para la venganza contra la mafia italiana. Cada fase es tan peligrosa que me aterra que ella continúe exponiéndose a eso. Sin embargo, comprendo que, para ganar, debemos sacrificar un poco y su idea es buena.

La seguiré si es lo que desea.

Cuando me aburro de girar otra vez en la cama, decido levantarme. Para despabilar, ingreso a la ducha y me doy un baño que dura como media hora. Me encanta ducharme con agua caliente nuevamente y poder tomarme un tiempo. En la organización nos obligaban a ducharnos con agua fría y no podíamos demorarnos más de 5 minutos. Decían que gastábamos tiempo que podrían ocupar en otras cosas.

Al finalizar, me seco y me limpio las heridas, colocándome una banda en la herida del brazo y una cinta en la de la mejilla. Ninguna se ve infectada o en mal estado. Eso es bueno. Acto seguido, me visto con un pantalón deportivo gris y una sencilla camiseta negra de manga corta. No me seco el cabello ni nada antes de bajar por las escaleras. Hay poca gente transitando por los pasillos, y la mayoría son del servicio. Seguro soy el único idiota con insomnio.

Camino por el primer nivel hasta que un sonido en el fondo me llama la atención. Me aproximo hacia allá, encontrándome al final con una puerta de madera blanca. Detrás, hay una escalera que lleva hacia múltiples pasillos y zonas. Mis ojos se adaptan con rapidez a la oscuridad, ayudándome a darme cuenta que he encontrado el sótano.

Aquí, los voyevikis arreglan, limpian y cuidan las armas; esconden mercancía muy valiosa y mantienen presos a sus prisioneros, como deudores, enemigos u otros. Al menos, el sótano de esta casa está en mejor estado que el de la anterior. No hay aromas pestilentes. Camino por el pasillo, viendo que a los lados hay mesas en las que los voyevikis dejan las armas. Ninguno me presta demasiada atención mientras avanzo hasta lo último y me encuentro con el salón mágico.

Un grito perfora la estancia en ese momento. Alena y Alexei torturan a algunos de los rehenes que trajimos anoche. Okey, esta sala si huele peor que el resto. Y es de esperarse considerando que hay sangre, cadáveres y se imparten torturas severas. Los tipos están encadenados a la pared del fondo, Alena les quita capas de piel con una cuchilla y Alexei se divierte colocándoles metales calientes en el cuerpo, como si quisiera marcarlos.

Qué bella imagen.

—¿Qué sucede? —Alena se gira a verme, ampliando su sonrisa—. ¿No podías dormir?

—Sufro de insomnio —explico, escondiendo las manos en los bolsillos traseros del pantalón y avanzando por el lugar. Hay extensos charcos de sangre en el suelo.

—Entiendo —me extiende la cuchilla cuando llego a su lado—. ¿Quieres divertirte?

—Vaya forma de matar el insomnio —bromea Alexei, alejando los fierros calientes de sus víctimas.

Asfixia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora